Los luchadores entrenan en un establo de sumo del distrito Ryogoku, en Tokio. El sumo se ha mantenido prácticamente igual en la cultura moderna japonesa, conservando las mismas reglas y tradiciones. Sus luchadores todavía viven en esos establos conocidos como “heya”, y siguen las normas estrictas que conforman su rutina diaria, desde lo que visten hasta lo que comen. Contrariamente a la creencia popular, los luchadores de sumo siguen siendo muy populares en Japón y ganan miles de dólares por mes. Incluso tienen clubes de fans y conservan sus prestigiosos títulos de por vida. Ahora hay muchos eventos de exhibición que honran la grandeza de los deportistas cuando se retiran. En esas ceremonias se les corta el cabello a la altura del nudo superior, símbolo de los luchadores activos, lo que representa un gran honor. Algunos reciben también jugosos dividendos de las apuestas clandestinas.