Los indígenas australianos han quemado tierras para proteger su medio ambiente durante decenas de miles de años. En una práctica conocida como “quema en frío”, los incendios se mueven lentamente, quemando solo la maleza y eliminando la acumulación de combustible que alimenta las llamas más grandes. Como resultado, estas quemas tradicionales evitan que ocurran incendios más grandes y destructivos en los meses más calurosos y secos del año. Los nawarddeken y otras tribus aborígenes llevaban 50.000 años en el país cuando en 1788 aparecieron los colonos británicos y empezaron las persecuciones y las matanzas. Culpados de “provocar grandes incendios”, muchos fueron ejecutados sumariamente durante 150 unos años. Hoy, su método de manejo del fuego es utilizado por el Estado, junto al mapeo digitar para prevenir incendios forestales y reducir la cantidad de CO2 que calienta el clima.