Un paseo en bote para disfrutar los cerezos en flor a lo largo del foso Chidorigafuchi, uno de los mejores lugares de Tokio para ver el paisaje rosado que cubre los exquisitos parques japoneses a esta altura del año. El foso es uno de los 12 que protegen el Palacio Imperial y un cementerio para los más de 352.000 caídos en combate sin identificar. Fue construido a comienzos del año 1.600 durante las obras de ampliación del antiguo castillo de Edo, un período de estabilidad política tras las guerras civiles, entre los siglos XVII y XIX, en los que la paz generó el crecimiento económico, y una explosión de arte y cultura. En algunos barrios, parques y museos de Tokio todavía se puede vislumbrar esos tiempos de esplendor en el que fueron plantados los 250 cerezos de Chidorigafuchi, conformando un túnel exuberante de 700 metros de extensión que visitan cada primavera más de 1 millón de personas.