Los devotos tailandeses se acuestan en ataúdes durante una ceremonia de resurrección en un templo de Bangkok con la esperanza de limpiarse del mal karma al renacer. El antiguo ritual budista se lleva a cabo todas las semanas en un puñado de templos del país, pero el último día del año acuden cientos devotos y trepan a los ataúdes con un lazo de hilo sagrado alrededor de sus cabezas. En sus manos sostiene ramos de flores, mientras los monjes murmuran oraciones y los cubren con sábanas rosas brillantes para simbolizar el duelo por su «muerte». Los participantes creen que pueden renacer espiritualmente y tener la oportunidad de comenzar de nuevo, bendecidos con buena salud y fortuna, y protegidos de todo daño. El Gobierno desconfía de las segundas oportunidades y les ha impuesto a los monjes un gravamen sobre la tarifa que les cobran a sus fervorosos seguidores, unos 180 baht, poco más de 5 dólares.
