El británico Richard Mosse toma sus fotografías con una cámara sensible al calor de los cuerpos humanos en lugar de a la luz. La misma tecnología que se utiliza para la vigilancia de fronteras y armas de largo alcance. Su trabajo suscita un sentimiento incómodo, desgarrador. Personas como imágenes espectrales confinadas en un estadio de Grecia, abandonado tras los Juegos Olímpicos de 2004. Ropa colgada en tendederos improvisados en palcos oficiales, carpas levantadas en el interior de salas de prensa, una familia en primer plano compartiendo un picnic. Y en las gradas, “espectadores” solitarios esperando presenciar un espectáculo que no sucederá. En las imágenes monocromáticas de Mosse los sujetos parecen reducirse a su mera existencia, sometidos a un sistema de control asfixiante. Se trata de un proceso de composición minucioso a partir de tomas panorámicas y la elección de diversos puntos focales que actúan en simultáneo.