La central nuclear de Kalkar, en Alemania, demandó una inversión de 5.000 millones de dólares y 13 años de construcción, pero cuando estaba lista a inaugurarse se produjo la catástrofe del reactor atómico de Chernobil (Ucrania) en 1986 que desató una ola de protestas contra este tipo de energías por toda Europa. De modo que la SNR-300 nunca llegó a estar operativa. Diez años después un inversor holandés compró 55 hectáreas del terreno y comenzó a darle una nueva vida a la fallida planta alemana. Hoy es un parque de diversiones, Wunderland Kalkar, con 40 atracciones, entre las que se incluyen un recorrido por la antigua infraestructura y unas sillas voladoras de vértigo en la torre de enfriamiento. Desde 2020, cuando la pandemia obligó el cierre de los parques, Wunderland organiza safaris de veranos para ver animales sin bajarse del auto y paraísos invernales que atraen unas 120.000 personas.