La foto del día

A las 7 de la tarde todo el mundo en Río de Janeiro baja a las playas a disfrutar del mar. La segunda ciudad de Brasil, con sus más de 12 millones de habitantes, es el símbolo e imagen de un país con un enorme potencial económico, demográfico y de innovación. También es una metrópoli donde conviven la más ostentosa opulencia y la más dolorosa miseria. Pero al atardecer, los residentes de las favelas de los cerros y los millonarios que viven en algún penthouse de la zona baja, se mezclan y confunden en la arena. En las fotografías de Sandra Cattaneo resulta imposible reconocer quién vino de dónde. Porque lo único que se necesita para disfrutar de la vida es un sunga y un par de ojotas. Las playas son un espacio de participación y esparcimiento por excelencia. Pero las de Río de Janeiro, con su 50km de extensión y acceso gratuito, son un espacio de cohesión y equidad social que equilibra, por un momento, la flagrante y creciente desigualdad.