Para los colibríes que viven en los bosques nubosos y fríos de los Andes, descansar sobre una rama -o percha, en la jerga de los ornitólogos-, es un requerimiento ineludible por la cantidad de calorías que consumen. Las que conservan son clave para la supervivencia y la reproducción. Pero lo que podría parecer un jovencito reposando bajo la celosa mirada de su madre, resulta ser un oportunista colibrí moteado que simplemente busca ahorrar un poco de energía valiéndose de un colibrí pico de espada.