Como frutos maduros, niños de la tribu Munduruku caen desde lo alto al río Tapajós, en el extremo noroeste de Brasil, cerca de la frontera con Colombia y Venezuela. En medio de protestas Bolsonaro visitó la región días después de que grupos de mineros -de los más de 20.000 que buscan oro ilegalmente alentados por el Presidente-, dispararan contra una aldea Munduruku e incendiaran otra. Pero hay quien ve esta foto desde otra perspectiva: los niños se elevan hacia la “Kabikodepu”, la constelación donde moran los espíritus de los seres queridos.