Los mineros comienzan sus turnos al amanecer cargando sacos vacíos en la cabeza por los acantilados de guano de la Isla Santa, a 437km al norte de Lima. El guano, un fertilizante derivado de los excrementos de las aves marinas, enriqueció a Perú en el siglo XIX cuando era exportado a todo el mundo. Su precio era tan alto que se podían cambiar dos kilos de guano por medio kilo de oro. La demanda de guano disminuyó rápidamente después de 1910 con el desarrollo de fertilizantes industriales, pero los trabajadores todavía lo extraen en condiciones tan duras como entonces para venderlo a los agricultores locales por sus altas concentraciones de nitrógeno, fosfato y potasio. Los científicos han advertido que el cambio climático y la sobrepesca amenazan a las aves marinas peruanas. El número de aves de guano ha disminuido de 4 millones a aproximadamente 500.000 en los últimos tres años, según los biólogos.









