La policía parisina intenta desmantelar un cerdo inflable gigante en un remolque que bloquea una calle cerca del Ministerio de Agricultura, durante una protesta de Greenpeace contra las políticas agrícolas y el impacto ecológico de la ganadería industrial. Los activistas ambientales rechazan a las macrogranjas, con sus excrementos masivos y su consumo hídrico excesivo que deja a los pueblos sin agua potable. Las granjas industriales, a una escala nunca antes vista, gana terreno en Francia. Estos establecimientos contaminan y contribuyen al calentamiento global, incrementan el maltrato animal y propician la aparición de variantes de patógenos virales, potenciando la aparición de eventuales epidemias. Las campañas para denunciar estas prácticas productivas apelan a la creatividad en las grandes ciudades. La concientización es más simple y eficaz en las comunidades rurales, cuyos pobladores ya sufren sus efectos.
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