La pobreza obliga a muchos padres del interior Tailandia a buscar trabajo en Bangkok, la capital del país. Pero por temor a las tentaciones de la vida urbana (drogas, pandillas, comercio sexual), muchos niños quedan al cuidado de los abuelos. Para mantenerlos fuera de problemas, y con la perspectiva de ganar dinero para mantener a la familia, los niños se inscriben en escuelas de Muay Thai (el arte marcial, que es el deporte nacional) y comienzan competir a los 6 años. Los niños sueñan con pelear algún día en la TV, construir una casa para sus padres y defender el orgullo de su comunidad, mientras que los propietarios de gimnasios, entrenadores y familias dependen en gran medida de sus ganancias. Las apuestas son feroces y la presión sobre los niños es enorme. Pocos se convertirán en campeones, muchos acabarán arrastrando lesiones cerebrales, pero para los pobres otros atajos son aún más peligrosos.
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