Alberto Fernández anunció el pasado jueves al tigrense como ministro de Economía, Desarrollo Productivo y Agricultura, con un expreso pedido de la liga de los gobernadores, donde Bordet fue uno de los primeros en expresarse. Las definiciones electorales en la provincia a la espera de la última chance de mejora económica.
Por Mariano Osuna
Una escena simultánea, con Silvina Batakis por Estados Unidos, con reuniones que incluyeron a la gerenta titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva; con el mandatario Alberto Fernández en Olivos con el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa; y con los gobernadores reunidos en la sede del Consejo Federal de Inversiones (CFI) en un nuevo encuentro de la Liga conformada por los mandatarios provinciales.
La llegada de Batakis, también de Scioli, al Gabinete nacional no terminó de desplegar su hoja de ruta, pese a los avances en materia de segmentación de tarifas y los constantes gestos al mercado. Las corridas bancarias, la remarcación de precios, la especulación financiera y la presión empresaria dejaron aún más expuestas las dificultades propias de conducción política del Frente de Todos. Fueron apenas 25 días de gestión como reemplazo de Martín Guzmán, que puede ser mucho tiempo en la dinámica frenética de la política argentina pero muy poco para desandar los principales ejes de un programa económico.
Aquel domingo 3 de julio, en esa larga jornada de reuniones en Olivos, llamados telefónicos con gobernadores, y reencuentro político entre Alberto Fernández y Cristina Fernández, había estado latente la posibilidad que Massa asumiera en la cartera económica. Fue el propio Presidente quien resistió hasta el final esa opción por múltiples razones, donde se destaca la correlación de fuerzas en la Cámara Baja y la necesidad de exponer cierta autonomía en las decisiones. Con la perspectiva del diario del lunes, aquella decisión fue un error no forzado del oficialismo, que terminó aceptando la incorporación del tigrense, tras la presión financiera, empresaria, de gobernadores, intendentes y de Estados Unidos.
Nuevo organigrama
El nuevo esquema de gestión económica, consensuado por los diferentes actores del Frente de Todos, concentra las carteras de Desarrollo Productivo y de Agricultura, Ganadería y Pesca, en el Ministerio de Economía. Silvina Batakis asumirá como directora del Banco Nación, mientras que Daniel Scioli volverá a la Embajada de Brasil, y Julián Domínguez se va del Gobierno. Además de la absorción de los organismos descritos, Massa también se queda con la negociación con el FMI y con el monitoreo de la gestión de créditos con los bancos multilaterales, que se encontraba bajo la órbita de la Secretaría de Asuntos Estratégicos de la Nación. Allí estaba el silencioso Gustavo Béliz, que presentó su renuncia indeclinable, y será reemplazado por Mercedes Marcó del Pont, que era titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP). Su lugar será ocupado por Carlos Castagneto, con una larga trayectoria que abarcó el Congreso y el Ministerio de Desarrollo Social, en tiempos de Alicia Kirchner, y que lo tiene actualmente como director general de Recursos de Seguridad Social de la AFIP.
La larga lista de cambios en el Ejecutivo nacional, posee todavía debates sobre otras modificaciones, vinculadas al Ministerio de Transporte, a cargo de Alexis Guerrera, y al Ministerio del Interior, hoy en manos de Wado de Pedro. A eso sumarle que a mediados de diciembre, diversos funcionarios, desde gobernadores como Juan Manzur a intendentes como Gabriel Katopodis, deben regresar a sus pagos. Por supuesto que primero deben verse las mejoras de una economía compleja, condicionada por el endeudamiento tomado en 2018 y por la situación geopolítica entre pandemias y guerras.
Los cambios en Diputados
La otra definición inconclusa es el reemplazo de Sergio Massa en la presidencia de la Cámara de Diputados. Cecilia Moreau, vicepresidenta del bloque del Frente de Todos, es la apuntada para ocupar un cargo estratégico por la propia configuración del Congreso. Como informó Punto y Seguido, la columna política de los domingos de LA CALLE, ningún bloque tiene mayoría propia en la Cámara Baja, donde el oficialismo precisa de 11 bancas aliadas u opositoras para conseguir el quórum. Esa situación, casi de empate técnico, requiere cintura política en la conducción del recinto, para el logro de los acuerdos necesarios en los temas y los votos. Moreau proviene en sus inicios del radicalismo, aunque en 2015 fue candidata como diputada nacional por la coalición encabezada por el propio Massa y el ex gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota. Cuatro años después, repitió desde la lista del Frente de Todos, en un recorrido donde el trabajo legislativo consolidó el vínculo con el kirchnerismo. El histórico dirigente del Partido Solidario, Carlos Heller, y el actual presidente del bloque oficialista, el rosarino Germán Martínez, aparecen como otras dos opciones viables para un volante inestable y caliente.
Este martes 2 de agosto, a las 14:00hs, la Cámara Baja se reunirá en Sesión Especial, con el objetivo justamente de abordar la renuncia de Massa a la presidencia del Cuerpo y de elegir su sucesor.
Bordet y el rol de los gobernadores
En los momentos más ruidosos del debate interno de la alianza oficialista, gobernadores y gobernadoras comenzaron a generar un espacio de reuniones en distintos puntos del país, con el propósito de proyectar una agenda propia de temas que van desde los fondos para el transporte público de pasajeros a la ampliación de la Corte Suprema de Justicia. El mismo jueves, mientras Alberto Fernández y Sergio Massa definían las variantes del Gabinete, los mandatarios provinciales justicialistas se encontraban en la sede porteña del CFI. Dos horas después, el Presidente los invitó a almorzar para evaluar esos planteos y para dialogar sobre la decisión que se avecinaba. Los gobernadores fueron unánimes en el pedido de modificaciones en el rumbo económico y en la forma de la toma de decisiones inconsultas entre los sectores de la coalición. Salvo alguna excepción muy puntual, los jefes provinciales reclamaron por el nombramiento del tigrense en el Gabinete, incluso con declaraciones públicas de Omar Perotti de Santa Fe, Gustavo Bordet de Entre Ríos, Gustavo Sáenz de Salta y Mario Arcioni de Chubut.
Más allá de las características del escenario político entrerriano, vinculadas al grado de aprobación de las gestiones municipales y provincial, a las posibles referencias y candidaturas hacia 2023, a la situación opositora, entre otros elementos de análisis, hay una variable que se repite en muchos distritos: la incertidumbre sobre el proceso proselitista y la indefinición sobre el calendario electoral.
Sin 2022 no hay 2023
En todos los oficialismos provinciales del Frente de Todos se repite que aún no es momento de difundir la estrategia final sobre el posible desdoblamiento o la simultaneidad entre los comicios locales y la votación nacional. Una parte significativa de esa determinación se encuentra atada al devenir económico y especialmente a que ese crecimiento sea tangible en los ingresos familiares y en las mesas trabajadoras.
En Entre Ríos, como en otras provincias, la decisión estaba tomada, donde la idea original era desacoplar ambos comicios para que el arrastre se enfoque en las gestiones municipales y en la agenda casera. El factor Frigerio, la imposibilidad de reelección de Bordet, la falta de una figura que sintetice el espacio y la situación económica, terminaron mutando los planes iniciales de la Casa Gris. Como ya hemos conceptualizado, la reforma mediante la Ley 10.615, de 2018, estableció la opción del desdoblamiento de los comicios para los segundos domingos de abril y junio, como ocurrió en 2019. Esa definición, que corresponde al Poder Ejecutivo, debe darse 150 días antes de la realización de las elecciones generales. Ese es el margen que posee el Gobernador, que tiene su fecha límite en el mes de diciembre, dejando un período de cuatro meses decisivos para la clarificación del cronograma pero también para la instalación de candidaturas, propuestas y plan de acción.
La campaña es la gestión
El oficialismo provincial, durante los dos mandatos del ex Intendente de Concordia, no tuvo grandes campañas, profundizado por la situación atípica de 2021 por la pandemia sanitaria mundial. Bordet siempre priorizó la comunicación desde la gestión, dejando incluso en segundo plano algunas recetas tradicionales de la vieja militancia peronista. Esa fue su principal herramienta para los comicios desdoblados de 2019, donde alejado de la polarización nacional apeló a exponer en el ring el desarrollo de las obras en los territorios y la buena imagen que su figura aportaba. Ante un escenario próximo de polarización similar a la ocurrida en 2015, el Mandatario entrerriano se encuentra convencido que las referencias fuertes en los municipios, con una fórmula única en la categoría principal, y con la mayor abstracción posible del debate nacional, es el camino más promisorio para que el peronismo retenga la gobernación en 2023.
Enrique Cresto, actual administrador del Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento (Enohsa), y Laura Stratta, vicegobernadora de la provincia, también coinciden con el eslogan que asegura que la campaña es la gestión. Ambos intensifican agendas de gestión, obras y territorios, con los matices que configuran cada cargo. La diferencia principal radica en que el concordiense ya se encuentra lanzado como uno de los precandidatos y apuesta a varias fórmulas competitivas que movilicen en una interna a la ciudadanía, pero especialmente al peronismo entrerriano. Por otro lado, la ex Ministra de Desarrollo Social apunta a ser ungida por el Gobernador, en un contexto de lista de unidad, que contenga a las diferentes patas del oficialismo.
Más cerca del planteo de Cresto aparece el ex vicegobernador e intendente de Concepción del Uruguay, José Lauritto, que sabe de consensos pero también de la necesidad de reglas de juego que favorezca internas pacíficas, en las mismas condiciones y con la incorporación de las minorías hacia los comicios generales. Esto último es lo único certero por ahora, ya que además del acuerdo general sobre el tema, fue una promesa de Bordet ante la Liga de Intendentas e Intendentes Justicialistas para la reforma de la Carta Orgánica del Partido.
También más alineado a esta postura se encuentra el intendente de Gualeguaychú, Martín Piaggio, que no salió a confirmar públicamente su candidatura como Cresto, pero está trabajando en su propuesta provincial y dejó claras sus pretensiones en sus funcionarios y en dirigentes de otros departamentos con peso propio. Con las dificultades de la inexistencia de una estructura territorial en toda la provincia, la principal fortaleza de su posible candidatura es la frescura de una agenda que contempla la producción de alimentos, la agroecología y el desarrollo sustentable.
Por fuera de estos nombres, se encuentra el actual intendente de la capital provincial, Adán Bahl, con pretensiones desde 2015 de ser gobernador pero con la posibilidad certera de ser competitivo para un segundo período en el palacio municipal de Paraná. Pese a las aspiraciones legítimas, el ex Vicegobernador de Bordet sabe que no hay otro nombre que pueda sustituirlo en tan poco tiempo en la intendencia, en materia de competitividad electoral. Igualmente, no desconoce que no será la última oportunidad de llegar al sillón de Casa Gris, aunque con la particularidad, como también ocurre con Stratta y Lauritto, que solo pueden llevar adelante un mandato, ya que solo pueden ser reelectos por una sola vez.
Con este panorama, lo central será la economía y la gestión, como dos brújulas relevantes para el diagnóstico más exacto sobre el humor social y la recepción ciudadana hacia el Frente de Todos, pero también para clarificar el proceso electoral entrerriano y sus reglas de juego. El rol de los intendentes, y de la dirigencia con pretensiones de gobernación, será crucial para que esa incertidumbre no termine jugando en contra de las probabilidades del oficialismo, de los tiempos necesarios para la instalación de candidaturas y su nivel de conocimiento, y del fortalecimiento de la capacidad de movilización del peronismo entrerriano.