Las relaciones entre soberanía y ciberespacio comienzan a transitar una nueva etapa de abundantes tensiones geopolíticas y creciente complejidad. Los vínculos entre los Estados y sus corporaciones tecnológicas “privadas” se tornan confusos, porosos e indeterminados: resulta complejo separar aquello que es público-estatal de aquello que, hace varios siglos, se construyó como dominio privado-mercantil-comercial. Al interior de enormes estados como los Estados Unidos, la Federación de Rusia o la República Popular China se identifican procesos similares de retroalimentación: estados que “emprenden” negocios tecnológicos corporativos y corporaciones tecnológicas privadas que se abocan a “gobernar” poblaciones. ¿Y qué ocurre por afuera de estos estados y sus aliados? Nada bueno: extractivismo, vigilancia masiva, espionaje, deterioro del ambiente, manipulación de las democracias.
RuNet
Las iniciativas rusas orientadas a lograr una Internet más soberana ya tienen más de una década y, sin dudas, se las puede relacionar con las revueltas de finales de 2013 y el posterior golpe de estado ocurrido en Ucrania en 2014. Sin embargo, no fue hasta finales de 2019 que la Internet Rusa (RuNet) comenzó a delinear su formato actual y avanzó en los aspectos tecnológicos y legales. La ley que estableció parámetros de seguridad y sostenibilidad de los servicios de Internet para posibles casos de desconexión de la red global. Tiene por objeto garantizar el funcionamiento ininterrumpido de todos los servicios esenciales dentro del territorio ruso. Los escenarios que se plantean son potenciales agresiones externas (virus, ‘spam’, ataques DDoS, piratería o sanciones comerciales), catástrofes naturales o posibles fallos globales de la red de redes.
El centro de control y monitoreo de redes de comunicaciones de uso común pasó a estar en manos de Roskomnadzor (Servicio Federal ruso para la Supervisión de las Telecomunicaciones, Tecnologías de la Información y Medios de Comunicación), que garantiza la disponibilidad de los servicios y se comunica con los otros poderes del Estado.
Derechos del consumidor
Otra de las regulaciones clave que supo introducir el estado ruso, y estrechamente relacionada a la RuNet, fue la obligatoriedad de instalación de software ruso a todos los artefactos tecnológicos que se comercializan en su territorio. Específicamente, en diciembre de 2019 se sancionó una reforma al artículo 4 de la Ley de protección de los derechos del consumidor vinculada a la calidad de los productos que se venden en el país. Estableció la obligatoriedad de pre-instalación de software ruso (desde fábrica) en los dispositivos electrónicos que se comercializan en tu territorio. La reforma obliga a instalar software y aplicaciones producidos en Rusia en todos los teléfonos inteligentes, televisores inteligentes y computadoras (definidos como productos técnicamente complejos). Por un lado, se busca proteger los intereses de las empresas rusas (generando capacidades locales y trabajo) y, por el otro, se intenta reducir el número de abusos cometidos por corporaciones extranjeras. La regulación no excluye aplicaciones, pero sí obliga a que los dispositivos también tengan pre-instalado cuatro tipos de programas: navegador, antivirus, mensajería y mapas.
Las empresas tecnológicas rusas vinculadas a Internet y a las tecnologías digitales no han parado de crecer en la última década, conformando un ecosistema de servicios digitales.
Datos personales e Intereses nacionales
Una de las grandes virtudes del modelo ruso fue alcanzar una solución tecnológica que fortaleciera su soberanía en el ciberespacio. Al igual que China una década atrás, Rusia también se destaca por sus políticas activas orientadas a defender, regular, innovar y expandir su Internet nacional/regional y sus mercados digitales. Las empresas tecnológicas rusas no han parado de crecer y, en pocos años, han sabido construir todo un ecosistema de servicios nacionales en materia de mercados digitales. Otra de las virtudes del modelo ruso ha sido frenar el extractivismo que llevan adelante corporaciones extranjeras: se redujeron al mínimo la transferencia hacia el extranjero de los datos personales de sus ciudadanos.
El ciberespacio soberano, más allá de los esquemas de los EE.UU. y China, ha demostrado ser una solución efectiva para la defensa de sus intereses nacionales.
(*) Investigador Conicet. Auto del libro “El extractivismo de grandea datos (personales) y las tensiones vinculadas al voto secreto”.