
¿Estamos hoy construyendo nuestro cerebro del futuro?
Si los cambios perduran durante el tiempo suficiente, en efecto, acabarán formando parte de nuestra biología, pero estamos hablando de miles de años, y en un tiempo tan cambiante y dinámico como el actual, donde nada dura más que unos minutos, cuesta ver una dirección clara para determinar hacia dónde irán los cambios biológicos en este aspecto. Nadie quiere arriesgar al predecir en ese sentido.
Lo que sí se ha visto, por caso, es que en las últimas décadas ha habido un grado sostenido de estrés social, y que hay personas a las que les afecta más en cuanto a angustia, estrés y depresión que a otras. Ahora bien, no puede decirse que el cerebro haya cambiado biológicamente, sino que son cambios adaptativos. Si este grado de estrés se mantuviera durante 20.000 años, probablemente sí habría cambios genéticos que serían fruto del azar. Por el contrario, si el estrés se reconduce a niveles controlados, no habrá ningún cambio en este sentido.
Por eso, si los cambios actuales durasen miles de años notaríamos pequeñísimas modificaciones, pero no antes. Lo que notamos ahora son pequeñas alteraciones, por aprendizaje, que cambian nuestra estructura neuronal pero que no pasan de padres a hijos. Adaptarse a cualquier cambio produce cambios en las neuronas y en el cerebro, pero nuestros hijos no los heredan.
Atención, comprensión, orientación
El cerebro del niño realiza las conexiones neuronales necesarias para adaptarse al ambiente donde vive y donde va creciendo. Si este ambiente va cambiando a lo largo de su vida, implica cambios adaptativos que van condicionando su personalidad, cómo se relaciona consigo mismo y con el resto, porque todas estas funciones cerebrales surgen del funcionamiento del cerebro, que depende de las conexiones que realizan las neuronas entre ellas.
Un ejemplo es la diferencia entre aprender a leer en papel o aprender a leer en formato digital. Si se hace en papel favorece más la atención y la concentración, porque cuando se aprende a leer en formato digital implica que, si no gusta lo que se está leyendo, se puede pasar fácilmente a otro tema; en cambio, si se aprende en papel, aunque se puede hacer, implica más esfuerzo y más tiempo.
Si lo que queremos priorizar es la atención, la concentración y la comprensión, los chicos deberían aprender a leer en papel, después ya utilizarán el digital, como lo hacemos todos.
Un niño que lee en papel desarrolla más la orientación, porque le sitúa con el resto de elementos de la página y sabe si va por el principio, por el medio o por el final de un libro, mientras que si lo hace en un entorno digital, es más difícil para el niño, porque no se orienta espacialmente.
Hasta cierto punto, lo digital es contrario a lo reflexivo porque damos respuestas rápidas, instantáneas, impulsivas. Un claro ejemplo es X o Twitter. ¿Cuántas veces alguien publica algo y, al momento, lo borra porque, al releerlo, se da cuenta de que no es lo que quería poner?
Soluciones colectivas
Es importante dejar claro a los alumnos que la respuesta rápida es valiosa en un contexto, pero que la reflexiva también lo es, y que cada una de ellas tiene su sitio. Hay que saber jugar con ambas, de hecho, existen dinámicas grupales muy interesantes que trabajan estos aspectos. Hay un conocido ejercicio o juego que se hace en el mundo empresarial y que utilizan algunos docentes. Se plantea un problema y se pide a cada alumno que piense la respuesta que cree que es mejor. Después la comparte con un compañero y llegan a un acuerdo. Luego la comparten con otro grupo de dos integrantes con un nuevo acuerdo. La secuencia se repite hasta que todos los involucrados formulan la solución final. Y entonces todos advierten que, invariablemente, la más inspirada de las soluciones individuales era peor que la colectiva. Y esto es así siempre.
Como padres, docentes o adultos debemos estimular la participación. Y dejar de valorar el final de los aprendizajes, es decir la nota, para valorar el proceso o el esfuerzo. Mucho esfuerzo y poca nota es mejor que ningún esfuerzo y mucha nota. El esfuerzo siempre será necesario, todos llegaremos al punto en que deberemos esforzarnos para conseguir algo. Deberíamos aplicarlo ya desde niños; no fijarnos en la nota final, aunque con el actual sistema educativo no sea fácil.