La campeona argentina recibió a LA CALLE

“Las bochas eran lo último que jugaba hace 10 años. Hoy son mi vida, la familia, el club y los amigos”, le contó a este diario.

La bochófila uruguayense habló de su último logro, la convocatoria a la Preselección Argentina, sus comienzos en el deporte, la familia, el club, el Mundial de China, las diferencias con la Asociación local y el semillero. Mili dialogó a solas con este diario tras el título nacional logrado en Olavarría.

Por Marcelo Sgalia (REDACCION LA CALLE)

“Te esperamos en casa y nos vamos al club a hacer las fotos”. A sus 28 años y como estudiante de medicina en nuestra ciudad, Milagros Pereyra sigue caminando de su casa al club Sarmiento como desde niña. “No necesito ni decirte que aprendí a caminar adentro de una cancha de bochas”, afirma y se ríe junto a su vieja. Aquellos primeros pasos en el barrio la arrimaron a un deporte para ver a sus abuelos, su mamá, sus tíos, sus primos y sobrinos. Entre los 8 y 9 años jugó para los Juveniles de Sarmiento. A los 15 fue a un Provincial. Pero también nadada, jugaba al básquet, al hóckey y hacía gimnasia artística. “Las bochas eran lo último”, recuerda.
La mejor jugadora individual de la Argentina en la actualidad creyó que su destino sería otro. “En 2012 me tocó jugar un Provincial el fin de semana que me iba a Bariloche de viaje de egresada. Fue el último dije” y sonríe.
A veces las cartas están marcadas. “Tenía 18 años en 2013, estaba estudiando kinesiología en Buenos Aires. Mi vieja me llama y me dice que debía venir el fin de semana porque había un Provincial en Colón y no teníamos jugadora para Individual. Mamá no voy a ir, le contesté. Hace un montón que no juego a las bochas, tengo que estudiar… Me convenció, vine y gané mi primer Provincial. Voy al Nacional en Cerrito y me va muy bien. Me volví de Buenos Aires y arranqué. Hace 10 años que no paro de jugar los Provinciales y Nacionales”.
“Me quedé con las bochas, era lo que tenía último en la lista y es increíble todo lo que me sigue dando. Me paso horas practicando la técnica del arrime o el bochazo. Hay que trabajar lo físico como cualquier otro deporte y lo mental es decisivo”, agrega en este mano a mano con LA CALLE.
Mili luce feliz la camiseta con los colores argentinos. Abraza la Copa del segundo título argentino consecutivo. Lo está disfrutando. Se cuelga la medalla, igual que tras ganarle hace algunas horas la final a María Maíz, la jugadora que definió en la cancha que lleva su nombre. “Literalmente es la cancha de María, una tremenda jugadora, de las mejores del país. Es campeona del mundo y trece veces campeona nacional con más de 20 finales nacionales”. Habían compartido tiempo en la Selección. Milagros le ganó 12 a 3.
Los chicos del club la saludan, le piden fotos, se acercan a mirar. “Estoy tratando de caer todavía, tras un título argentino me ocurren estas cosas, me lleva unos días”, confiesa.
Milagros opina que la categoría Individual “es la más difícil porque estás sola, depende todo de vos y no hay margen de error”. El año pasado fue campeona argentina jugando para Santa Fe. Este “se disfruta el doble, es mi Provincia. Viajé pensando que tenía chances de ganarlo pero que iba a ser muy duro por las rivales. De hecho me pasó en el partido que perdí con Buenos Aires, ante una jugadora que era también local”.
Para Milagros Pereyra las bochas “es algo que siempre compartí con la familia. Vengo al club y están ellos, la gente de Sarmiento de toda la vida, los amigos”. Pero además es un deporte que “me hizo conocer China representando a Argentina”. Concepción luce y tiene su campeona nacional. Ya van cinco títulos argentinos. Ya se colgó medallas en cuatro Panamericanos (Brasil, EEUU, Uruguay y nuestra ciudad) y los Juegos Odesur en Paraguay el año pasado. Mili se queda hablando con su vieja, mientras las rojas y negras asoman de la bolsa para recibir las primeras caricias de la noche, porque ellas son las primeras que entienden que la leyenda continúa.

Milagros Pereyra, con su mamá Mónica Cergneux, en el club Sarmiento hablando con LA CALLE.

Para representar a Entre Ríos en el Argentino, en la categoría Individual, hay que ganar el Provincial. Milagros Pereyra tuvo diferencias con la Asociación Uruguayense de Bochas y a horas del Entrerriano casi no viaja. Al respecto, manifestó lo siguiente en la entrevista con LA CALLE: “No estaba de acuerdo con algunas cosas de la dirigencia local. Mi tío Néstor (Cergneux), está designado como DT de los equipos de la Asociación. Él me había dicho que por su trabajo no iba a poder ir al Provincial y seguramente tampoco al Argentino. Entonces les pedí viajar con el entrenador que tengo desde hace años, Fernando Bonvín. Yo me siento muy bien y segura jugando si él está ahí. Tuvimos que luchar mucho para que pueda ir. Mamá la tuvo que remar bastante con la Asociación hasta que se pudo hacer y fuimos”, afirmó la campeona argentina.

Mamá Mónica

“Lo hablamos y lo tenemos arreglado. En la Selección somos jugadora y entrenadora, no se mezcla nada. Pero en otros torneos, por la confianza que hay y el carácter de las dos a veces chocamos, entonces en los Provinciales o Nacionales me apoya como mamá y la verdad a eso yo lo disfruto muchísimo. Ella es todo, es la que está siempre atrás y bancando para que siga”.

La Selección

“En noviembre se jugará el Mundial de Zerbín, en Francia. Llegó la convocatoria para estar en la Preselección Argentina. Es lo que queremos todos los que hacemos un deporte. No juego en esta modalidad desde 2018, justo cuando fui al Mundial de China. Es un entrenamiento más duro, diferente y no puedo hacerlo acá. En la Provincia sólo Chajarí tiene los elementos y el lugar para practicar Zerbín”.

El semillero

“Hablábamos en el Argentino del tema. El 75 por ciento de los que juegan a las bochas tienen más de 50 años. Se está buscando acercar chicos y chicas, hacer un semillero. Mejoró mucho en los últimos años a nivel Nacional con las Escuelitas. En Entre Ríos falta un montón pero se va creciendo. En Concepción casi no hay jugadores juveniles y chicos no hay”.

En China

“Fue increíble aquel Mundial de Zerbín en 2018. Éramos 11 personas al otro lado del mundo sin entender nada, con comidas muy picantes. Salvo eso fue maravilloso. Estuve en tiro de precisión y logré la medalla de bronce, que para mí fue ganar el Oro”.