Justo José de Urquiza, primer presidente constitucional 1854-1860: La influencia de Alberdi en la Ley Fundamental

Orlando Busiello
Profesor

El 5 de marzo se cumplirá el 170 aniversario de la elección del general Justo José de Urquiza, como primer presidente de la Confederación Argentina; país que no incluía a la provincia de Buenos Aires. Con la intención de profundizar al respecto, el profesor de historia Orlando Busiello, perteneciente al Centro Cultural Justo José de Urquiza, compartió con la redacción de LA CALLE un trabajo que describe el paso a paso de la llegada de Urquiza a la presidencia. El material, que será publicado en al menos tres ediciones, comienza describiendo cómo se confeccionó la Constitución Nacional que organizó al país y la influencia de Juan Bautista Alberdi.

Para mediados del siglo XIX la patria de los argentinos después de décadas de marchas y contramarchas, frustraciones y desencuentros había logrado finalmente encauzar su destino. Una tierra de promisión de enormes potencialidades, despertó de su letargo y se abrió como abanico venturoso dispuesta como nunca antes a transitar el camino de la civilización y el progreso, dentro del marco de la Constitución y de las leyes de la República.

Todo comenzó un 1º de Mayo de 1851 en Concepción del Uruguay, día glorioso del “Pronunciamiento”. Con una plaza “Ramírez” atestada de vecinos que interpretaron y acompañaron al “hijo pródigo” en este proceso esperanzador e inclusive, llegado el momento, derramaron su sangre generosamente por la causa que consideraban justa.
En aquella jornada memorable el Gobernador de Entre Ríos, general Justo José de Urquiza decidió dar un paso trascendente, revolucionario; tendiente a liberar a los pueblos oprimidos por la tiranía y luego fraternalmente unidos proceder a la organización jurídica de la nación.

Lo que ocurrió después es muy conocido. La histórica batalla de “Caseros” del 3 de febrero de 1852, termino con el poder omnímodo de Rosas y si bien el principal escollo fue removido, los meses que siguieron no fueron fáciles para el caudillo y estadista entrerriano, debiendo sortear los obstáculos que los hombres de Buenos Aires “ciegos”, obstinados y mezquinos pusieron en el noble sendero propuesto por Urquiza.

No obstante y pese a todo, lleno de fe el Director Provisorio surgido del “Acuerdo de San Nicolás de los Arroyos” convencido de que la lucha emprendida era vital para el futuro del país siguió adelante, atrás quedo la calumnia artera de la prensa “Porteña”, la traición, los intentos por asesinarlo, y los planes “maquiavélicos” para hacer fracasar el Congreso Constituyente de San Fe…

El 1º de Mayo de 1853 llegó el día tan esperado. La magna Asamblea que vino sesionando desde noviembre del año anterior, sancionó la anhelada Constitución que fue refrendada por todos los diputados.

Aquella Ley Fundamental que vio la luz en la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz a orillas de río Paraná, fue prenda de unión y paz para trece de las catorce provincias existentes. Con excepción de Buenos Aires separada entonces del resto de sus hermanas, los demás Estados recibieron con beneplácito y claras muestras de alegría lo resuelto por el Congreso Constituyente.

El 25 de mayo la Constitución fue promulgada por el Director Provisorio, general Justo José de Urquiza y el 9 de julio de 1853 fue jurada solemnemente por todas la provincias confederadas salvo Buenos Aires.

El Historiador y miembro de la Academia Nacional de la Historia, doctor Ricardo Levene supo decir: “La Constitución de 1853 pacificó el país sobre la base de la unión de todos los argentinos y lo organizó como no lo habían logrado los Estatutos y Reglamentos de 1811,1815, 1817 y las Constituciones de 1819 y 1826”.

Los constituyentes sabiamente llevaron a cabo su labor con probidad y patriotismo. Muchos de ellos habían militado y enfrentado dialécticamente e incluso en el campo de batalla en bandos diferentes a lo largo de los años. Sin embargo olvidaron viejas rencillas comprendiendo lo que el desafío de la hora reclamaba de unitarios y federales.

Así lo hicieron y sin renunciar a sus viejas luchas, entendieron que en sus manos estaba el futuro de la nación toda. Por eso entre las fuentes de consulta estuvieron sobre la mesa los frustrados intentos del pasado, que la visión parcializada de la tierra que amaban no les permitió ver integralmente, cometiendo errores que la intolerancia empujo a la guerra fratricida enlutando a la familia argentina, sumiéndola en la miseria y el atraso…
También fue motivo de lectura el “Dogma Socialista” de Esteban Echeverría y el “Federalista” de los norteamericanos; Alexander Hamilton, James Madison y John Jay. Recopilación de 85 artículos y ensayos donde se analiza la Constitución del los Estados Unidos de América.

Pero sin duda fue la obra de Juan Bautista Alberdi “Bases y punto de partida para la organización política de la Confederación Argentina”, el trabajo que sirvió de guía a los congresistas para la anhelada construcción de la Constitución de 1853. Considerándoselo el autor intelectual de la misma.

El libro enmarcado dentro del pensamiento liberal con el que comulgaba su autor, donde inscribió su lema medular “Gobernar es poblar” .Consta de 37 capítulos, una introducción y un proyecto de Constitución como apéndice. Abogaba entre otras consideraciones por un sistema mixto de gobierno entroncado en los antecedentes federales y unitarios bajo un poder superior que reconociera y respetara las autonomías provinciales. Haciendo además un análisis de diferentes Constituciones de Estados Americanos.

La obra de Alberdi fue editada por primera vez en Chile en mayo de 1852. Por entonces se encontraba exiliado en el país trasandino, más precisamente en la Ciudad de Valparaíso donde se dedico a su profesión de abogado y al periodismo.

El ilustre tucumano envió al vencedor de “Caseros” el 30 de mayo de 1852 una nota y un libro. Por aquellos días el general Urquiza se encontraba aún en Buenos Aires instalado en la residencia de Palermo.

Sobre el particular hemos extraído de “Urquiza y su Tiempo” de la historiadora Beatriz Bosch, una parte textual de las epístolas que intercambiaron Alberdi y Urquiza.

La primera misiva señalaba entre otras cosas:

“En cortos meses ha realizado V.E. lo que en muchos años han intentado en vano los primeros Poderes de Europa (Se refiere a Francia e Inglaterra aliados contra Rosas) y un partido poderoso de la República Argentina (Partido Unitario).El que tal prodigio ha conseguido, ¿por que no sería capaz de darnos otro resultado, igualmente portentoso, que en vano persigue hace cuarenta años nuestro país? Abrigo la persuasión que la inmensa gloria, esa gloria que a nadie pertenece hasta aquí, de dar una Constitución verdadera a la República, está reservada a la estrella feliz que guía los pasos de V.E.”

No cabe ninguna duda que Juan Bautista Alberdi con estas conceptuosas expresiones estaba reflejando su adhesión a los tres grandes propósitos del entrerriano; libertad, unión de la gran familia argentina y organización nacional, bandera inclaudicable de la revolución iniciada el 1º de mayo de 1851. El libro que acompaño la carta no es otro que: “Bases y punto de partida…” que, como una manera de apuntalar aquel noble sentimiento puso a consideración del hombre más poderoso e influyente del momento en el país.

El 22 de julio Justo José de Urquiza después de leerlo y analizarlo, escribió a Alberdi expresándole su opinión al respecto: “Su bien pensado libro es, a mi juicio, un medio de cooperación importantísimo. No ha podido ser escrito, ni pensado en mejor oportunidad” luego apuntó con modestia a los elogios “La gloria de constituir la República, debe ser de todos y para todos. Yo tendré siempre en mucho la de haber comprendido bien el pensamiento de mis conciudadanos y contribuido a su realización”. Respecto a los problemas que comenzaban a manifestarse en su relación con los hombres de Buenos Aires, señalo a Juan B. Alberdi: “Después de haber vencido a una tiranía poderosa, todos los demás me parecen menores”.

Alguien supo decir y con razón que en la historia de la organización nacional, las figuras de Urquiza y Alberdi son inseparables.

El genial entrerriano fue la mano firme, confiable y segura que con un accionar titánico logro limpiar el camino de obstáculos para alcanzar la ansiada meta. El elevado pensamiento del célebre tucumano, le dio forma y sustento iluminando la marcha de los constituyentes que elaboraron la Ley Fundamental.

Alguien supo decir y con razón que en la historia de la organización nacional, las figuras de Urquiza y Alberdi son inseparables.