El Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz denunció este jueves que el acceso desigual a las vacunas en el mundo puede interferir en la superación de la pandemia.
La producción de vacunas actualmente “no está ni cerca de proporcionar los 15.000 millones de dosis necesarias para detener la propagación del virus”. Para fines de mayo, sólo se habían producido 2.100 millones de dosis en todo el mundo. A este ritmo, ciento de millones de personas seguirán sin vacunarse por lo menos hasta 2023. Lo que equivale a decir: Junten miedo… o ¡Hagamos algo¡
Su propuesta es simple, declarar la exención de las reglas de propiedad intelectual (PI), para acabar con la monopolización de las vacunas, pues su escasez obedece al esfuerzo de los laboratorios para mantener el control y sus ganancias.
“Pfizer y Moderna se han negado a responder a numerosos pedidos por parte de fabricantes farmacéuticos calificados que querían producir sus vacunas”, recuerda Stiglitz. Esas corporaciones están interesadas en las ganancias, no en la salud global. “Su objetivo es simple: mantener la mayor cantidad de poder de mercado posible durante el mayor tiempo posible para maximizar las ganancias”.
Cita el ejemplo de la epidemia de VIH/SIDA, cuando los países acordaron que empresas domésticas produzcan medicamentos patentados sin el consentimiento de los dueños de esas patentes, para garantizar el acceso a los mismos. Pero antes de que los fanáticos de la iniciativa privada y la meritocracia pongan el grito en cielo, aclara que una exención no aboliría que se les paguen regalías a los dueños de la patente. Inclusive con una exención los fabricantes ganarán toneladas de dinero. Sus proyecciones indican que el ingreso por la vacuna contra el covid-19 de Pfizer será, sólo en 2021, de U$S15.000 millones, “aunque los gobiernos financiaron gran parte de la investigación básica y ofrecieron fondos iniciales sustanciales para llevar las vacunas al mercado”.
Para ser claros: el problema para la industria farmacéutica no es que se vean privados de altos retornos sobre sus inversiones; es que se perderán ganancias monopólicas, inclusive aquellas provenientes de futuras vacunas de refuerzo anuales que, sin duda, se venderán a precios altos en los países ricos.