La banda italiana Maneskin se consagró vencedora de la 65ª edición de Eurovisión gracias a los 524 puntos cosechados por su tema Zitti e buoni, una canción en la senda del garage rock y cantada en su idioma, con ágiles cuerdas en la línea de The White Stripes o Franz Ferdinand. Formado por una chica y tres muchachos, el grupo llegó a la atípica final siendo el gran favorito, seguido de la representante francesa. El triunfo, el tercero en la historia de este país y el primero desde que en 1990 lo consiguiera Toto Cutugno con Insieme: 1992, se ha produjo en una gala por todo lo alto en el Ahoy Rotterdam de la ciudad holandesa homónima, dos años después del último festival a causa del estallido de la pandemia y con 3.500 asistentes como público. Miles de fans de este concurso colorido, que suelen ondear banderas de sus países frente a las cámaras de televisión, se quedaron con las ganar de ir debido a las restricciones de viaje impuestas para luchar contra la pandemia. Apenas 3.500 espectadores, que se sometieron a un test contra el covid-19, fueron autorizados a asistir a la semifinal, la final y los seis ensayos generales. Fue solo el 20% de la capacidad de la sala de espectáculos. Desde el comienzo del concurso, los candidatos permanecieron encerrados en una “burbuja especial” y cada día tuvieron que hacerse la prueba del covid-19. Aún así se han detectaron casos del nuevo coronavirus entre varias delegaciones, como la de Islandia, que se vio obligada a permanecer aislada en el hotel y participar a través de vídeos grabados. Tampoco asistió al espectáculo el ganador de la última edición que, según manda la tradición, debía cantar su balada Arcade durante la final. Y es que el holandés Duncan Laurence dio positivo por covid-19.
Fiel a la tradición, la edición 2021 aportó su lote de canciones explosivas interpretadas por personajes extravagantes, artistas que representan una minoría o que quieren transmitir un mensaje al público.