Por Ana Hernández y Ana Alegre
Es el título de una de las series de tendencia y furor en Netflix en estas horas; Male, su protagonista, que cumple funciones en un cargo público y ostenta ser alcaldesa, se ve en medio de la campaña víctima de la difusión de un video de contenido sexual contra su voluntad. Claro, esto la pone en escenas gravísimas hacia ella como verosímiles en torno de varias mujeres cuyas vidas viajan frente a enemigos comunes: el sistema que le asigna ese lugar de objeto; la política y la violencia sexual digital que las afecta.
Las creadoras de la serie, Laura Sarmiento y Verónica Fernández, visibilizan en Intimidad el juicio social y mediático al que se somete a las víctimas de estos delitos. Tanto el desarrollo de la historia como los personajes son ficticios, aunque sí tiene puntos en común con casos reales, y cita ejemplos como el de Olvido Hormigos o el de Iveco.
El caso Iveco tuvo lugar en el año 2019: una trabajadora de la fábrica Iveco sufrió la filtración de un video íntimo, que empezó a distribuirse masivamente por sus compañeros de trabajo (el número ascendía a unos 2.500 trabajadores) y terminó quitándose la vida. Pese a que se abrió una investigación, finalmente no hubo ningún condenado y justamente se pone de manifiesto esto; cómo la sociedad calla este tipo de alianzas y las mujeres transitan el sentimiento de la vergüenza y de culpa.
Pactos de caballeros vs poder femenino
Intimidad se ancla en un gran bastión a desarmar en términos políticos culturales. Es una serie utilizada para plantear la violación a la intimidad y frente a ello los nulos análisis de las esferas que no se distinguen entre públicas y privadas. A su vez, pone de manifiesto el lugar del poder económico y político en manos de varones blancos que pretenden dejar en jaque las capacidades de una mujer líder por sus elecciones sexuales. Asimismo, profundiza la victimización y los ataques que sufren a diario muchas mujeres que miden muy bien en las encuestas y que, ante la no objeción de desarrollo laboral y profesional, buscan meterse con sus sábanas.
En este punto sería útil dar vuelta la ecuación para preguntarnos ¿qué hubiera pasado si el video sexual hubiera tenido como protagonista a un hombre? ¿Responderíamos igual? ¿Nos meteríamos en el cuarto de ellos? ¿Hubiera tenido la misma repercusión en todos los niveles? ¿Y si era un hombre ligado al poder político o económico? De ser así, ustedes lectores y lectoras: ¿creen que se hubiera viralizado o el pacto de caballeros lo hubiera frenado antes de que llegue a ser moneda corriente?
En este caso al mismo tiempo profundizando la problemática plantearíamos como pendiente la construcción de poder femenino y la lucha diaria como premisas básicas y más en los tiempos que corren. Porque visibilizamos sí, pero planteando agendas donde los casos de alcance al poder de una mujer siguen siendo abordados desde el plano particular con tendencia a poco recurrente o desde casos individuales. Esto que quiere decir, justamente eso, que son particularidades y no generalidades y a esa particularidad se le otorgan cualidades de heroína y poco humanas.
Por eso, es necesario que historias como la de Intimidad lleguen a estas plataformas, porque nos debemos aún el hecho de poner los problemas arriba de la mesa, obligándonos a reflexionar y a plantear si realmente las cosas han cambiado y transitamos un presente de equidad o si todavía hay camino por recorrer.