Señor director:
Durante un trayecto en omnibús, escuché que un pasajero le decía a su compañero de viaje: ¿El virus nos está separando o nos está juntando? Y el otro le respondió que el brutal impacto provocado en la psiquis de todo el mundo nos separa y al mismo tiempo nos une más que nunca. Tener un enemigo común une a las personas. Me parece que en las relaciones humanas antes mandaba más el ego, mientras que ahora manda más el corazón.
¿Tú crees? –dijo el primero. A mí me parece que todo está mucho peor que antes. A mi modo de ver el instinto de supervivencia refuerza el egoísmo, creando caos y picos de locura en las personas. La incertidumbre bloquea el entendimiento e incentiva la conducta irresponsable. Tras una pausa, dijo el otro: Yo creo que la pandemia ha cogido a todos por sorpresa y ha generado muchas reacciones extremistas que, a mi modo de ver, se irán suavizando a medida que la gente se vaya acostumbrando a vivir con él. En el fondo, las crisis siempre son productivas. Sin ellas uno se estanca, se atomiza, se vuelve repetitivo y vacío como un salero sin sal…
Me habría gustado intervenir diciendo algo, pero entendí que no era el caso y me quedé pensando en el mundo que se viene, o que en realidad ya está aquí, aunque muchos no lo vean así por estar aturdidos con lo de la pandemia. La automatización en marcha avanza hacia un futuro en el que el el 47 % de los trabajos que desempeñan los humanos serán sustituidos por robots. En breve, los dependientes, camareros, abogados, periodistas, cocineros, banqueros, médicos, docentes, transportistas y muchos otros serán reemplazados por robots.
La tecnología se está acelerando tanto que no nos está dando tiempo de prepararnos para el desempleo en masa que se producirá. Cada vez va a resultar más complejo competir contra los robots. Ahora ya hay robots que aprenden más rápido gracias a un invento que les permite aprender de otros robots, algo antes imposible. El movimiento hacia la automatización es imparable, y va a provocar reacciones fuertes cuyos efectos están por ver, pero que pueden llegar a complicar bastante e incluso a desestabilizar el mundo a causa de las atrevidas iniciativas de las empresas embarcadas en la automatización.
Para muchas personas, quedarse sin empleo y vivir de un ingreso básico universal les hará perder la autoestima y el sentido de la vida. De momento todo indica que, aunque el movimiento antirrobotización puje por imponerse, no logrará cambiar el nuevo rumbo de la historia. Ocurrirá lo mismo que con el movimiento antiglobalización, que hizo mucho ruido pero no acabó con la globalización… Mientras escribo esto, me resisto a naufragar en esta absurda modernidad sin alma que no comparto, y las sabias palabras de mi maestro vienen a mi mente: “Cuando no puedas parar la lluvia con las manos, usa tu paraguas”.
Lucas Santaella