Homicidio en la madrugada. El sangriento final del “Topo” Flores

El pasado delictivo de Eduardo “El Topo” Flores marcó su destino.

Fue conocido por sus andanzas y al final encontró un trágico final en medio de una calle, una fría madrugada de invierno.

Por Clelia Vallejo
Profesora – Periodista

La madrugada del 20 de agosto de 2016, en la ciudad de Basavilbaso, fue víctima de homicidio Eduardo Andrés Flores, de 62 años de edad, conocido por el alias de “Topo”. El hombre había sido víctima de un ataque con un arma blanca frente a un bar que solía frecuentar.
Eran las 01:30 de la madrugada cuando los parroquianos que se encontraban dentro del bar comenzaron a discutir y en esa instancia Flores fue sacado fuera del local hasta la calle, donde recibió varios puntazos uno de los cuales terminó con su vida.
Al llegar la Policía se encontró con Flores tendido en un charco de sangre y a pocos metros de su cuerpo, su propia moto. Al interrogar a los presentes, el dueño del bar manifestó que la víctima lo tenía cansado causando problemas en su local.
Ante estas palabras y el nerviosismo del hombre, los investigadores se centraron en averiguar su participación, en el hecho. Así, Francisco Rafael Izaguirre, de 46 años, fue detenido como sospechoso. Entre los motivos, tuvieron en cuenta que sus ropas estaban en desorden y tenía sangre en sus manos.
Manifestó el dueño del bar en sus declaraciones que estaba harto de los comportamiento de Flores. Que de manera permanente le traía problemas con los clientes y que en reiteradas oportunidades ya lo había echado de su bar. Sin embargo, tal vez el destino, la falta de conciencia de sus propios actos, hizo que esa noche Flores ingresara nuevamente al local para, al poco rato iniciar una discusión con un parroquiano y así se fueron sumando otros presentes a la pelea, lo que provocó que el Izaguirre reaccionara violentamente y lo sacara del bar a empellones, y al llegar al medio de la calle le asestara varios puntazos con un arma blanca que tenía consigo.
Fueron detenidos también los otros parroquianos que discutieron con flores, (José Bournissen y Silvio Antivero, Luis Lozano), a quienes en principio se los consideró coautores del hecho, sin embargo, Izaguirre se hizo cargo de la autoría del ataque con el cuchillo a la víctima. Así se llegó al juicio.

La condena

Durante las audiencias de debate, se estableció que Izaguirre, Bournissen, Antivero y Lozano estaban discutiendo con Flores y el dueño se unió a la pelea. En esas circunstancias, la víctima fue desalojada del bar por la fuerza y apuñalada en la calle. Izaguirre manifestó que él había sido quien le asestó alrededor de 16 puntazos. Según la autopsia, uno de los cuales le provocó una lesión en la arteria aorta torácica ascendente y una profunda lesión en el cuello que le seccionó la tráquea, causándole la muerte por “paro cardiorrespiratorio traumático con Shock hipovolémico”.
Asimismo, Izaguirre presentaba dos heridas interdigitales y además había signos de lucha dentro del local. Los tres detenidos, con excepción de Izaguirre, quedaron en libertad pues su participación en el hecho no fue determinante. Además, el dueño del bar confesó haber sido él quien provocó el ataque con el arma blanca llevado por el enojo del momento, ante la insistencia de Flores que pretendía volver a su local cuando él le había prohibido expresamente regresar.
Al final del juicio, Izaguirre fue condenado a 8 años de prisión por el hecho calificado como Homicidio Simple.

En la calle quedaron las huellas de las 16 puñaladas del homicidio.

Pude contar su vida

Conocí a Flores ya que lo vi transitar por, al menos dos juicios en Tribunales, acusado de hechos delictivos que había cometido en su azarosa vida. Uno de ellos fue el intento de robo a la casa del ex diputado Elías Ferro, al cual se le agregaba el agravante de “escalamiento”, por el cual fue condenado. Luego tuvo otra causa por el hurto de unos sillones en barrio Mosconi, entre otros hechos que fueron acumulándose en su prontuario.
En un intervalo de la audiencia, me comentó de su vida en prisión, de las marcas de las lesiones provocadas en sus detenciones. Eran cicatrices importantes, especialmente en sus piernas, algunas de ellas -según me relató-, se las habían provocado incluso con fracturas de hueso. Incluso me propuso contarme la historia de su vida, para realizar una nota acerca de “un hombre fuera de la ley”.
Por algún motivo no concreté esa nota, pues los avatares propios de la profesión siempre desviaban hacia otro rumbo. A veces recuerdo este ofrecimiento de Flores y pienso que tal vez hubiese sido interesante ahondar en la vida de este personaje que conocía lo que era vivir dentro y fuera del penal.
Creo que “El Topo”, por algún desgraciado motivo, terminó transitando ese camino fuera de la ley, que lo llevó, más de una vez, a ser huésped de algún penal. Así siguió “enganchado” en una rueda que no dejaba de girar y, muy a su pesar, lo llevaba a contramano de la vida que hubiese sido deseable para cualquier ser humano, una vida que viven la mayoría de las personas que es la del trabajo. Pero vaya a saber (me vuelvo a preguntar) qué lo impulsó por el camino incorrecto hasta que halló la muerte una fría madrugada, en medio de la calle, cubierto de sangre.