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Concepción del Uruguay
miércoles, abril 23, 2025

Hojas Sueltas… Triunfos y derrotas

Sergio A. Rossi

Hay que trabajar mucho para ganar estas elecciones de segunda vuelta. No hemos triunfado todavía, el partido se está jugando y viene parejo. Verificamos que era un error caer en el derrotismo tras las elecciones PASO del 13 de agosto pasado, elecciones en las que salimos terceros y vimos la magnitud tomada por la vieja corriente oligárquica procesista, corporizada ahora en el grotesco Javier Milei y la negacionista Victoria Villarruel, así como el triunfo de la inclasificable Patricia Bullrich en su propia interna. El movimiento nacional se ha ido reagrupando y movilizando, pero no hay que descuidarse ni relajarse. La hipocresía y el cinismo de la vieja oligarquía representada ahora por Milei es tan grande como su poder y su afán de reducir bienestar popular, anular derechos ciudadanos y entregar al extranjero la soberanía nacional, empezando por Malvinas. Si en aquel momento debimos evitar y superar el desánimo para entrar en la segunda vuelta, debemos librarnos ahora de cometer el error contrario, el de caer en el triunfalismo y la confianza desmovilizadora tras el buen resultado del pasado 22 de octubre en la primera vuelta. Como sabemos, porque ese ha sido su recorrido a lo largo de la historia argentina, la oligarquía apelará al sentimiento y al prejuicio antipopular –desde hace tiempo antiperonista, pero antes conservador anti-radical, y antes unitario anti-federal–. Es un sentimiento fuerte y arraigado, que su prensa cultiva y riega persistente. Es un sentimiento largamente extendido, que ahora se potencia con la oleada autoritaria e irracionalista sostenida por fondos buitres y empresas como Cambridge Analytica, que fomentan a los Trump y los Bolsonaros, y que actúan continentalmente para manipular nuestras sociedades e interferir nuestras naciones. A no dormirnos y a no menospreciarlos. A no caer en tentadores y zonzos triunfalismos. Muchos menos en la trampa que nos proponen los encuestadores y publicistas por encargo. La diatriba y la calumnia califican el alma de quien las profiere más que al destinatario. Se plantea la cuestión no en términos de discusión de ideas o convicciones sino de triunfalismo, derrotismo, miedos y oportunismo. En nuestro país hace 200 años que se libra un partido entre dos equipos: uno oligárquico y extranjerizante y otro nacionalista y popular. Cada uno tiene sus más y sus menos. Lo importante es saber cuál es el arco contrario y cuál es el nuestro, que debemos defender.

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