Florencia Guimaraes (*)
Hace 8 años salíamos a la calle una vez más a gritar organizadas, basta de asesinarnos, en aquella ocasión junto a las referentes políticas travestis, Lohana Berkins y Diana Sacayán, bajo la consigna «basta de travesticidios». Cuatro meses después asesinaron a Diana en su departamento del barrio de Flores, y unos meses más tarde Lohana pasaría a ser otra víctima de travesticidio social. Las travestis no dudamos en salir a poner el cuerpo exigiendo justicia ante el asesinato de una mujer cis en manos de un femicida, y jamás indagamos a la víctima. Sin embargo, hay una costumbre de indagar desde algunos sectores feministas a las travestis, sobre todo cuando alzamos la voz ante las violencias recibidas. Estos discursos son parte del pensamiento político de una corriente del feminismo denominado Terfs (trans excluyentes feministas radicales). Ahora, no existe una corriente o un pensamiento político travesti, que ubiqué a las mujeres cis como responsables de los travesticidios. Debemos profundizar qué pasa cuando el actor intelectual de un travesticidio no es tangible, como en el caso del asesinato reciente de Sofía Fernández, en Pilar. Hay todo un movimiento contra el gatillo fácil que dice que nadie se suicida en una comisaría ¿ese movimiento está abrazando la lucha por Sofía? La lucha travesti es una lucha pendular para los sectores políticos. Durante el gobierno macrista, toda lucha era viable, ya que pendularmente servía meter gente en las calles, luego del cambio de gestión pareciera que si cuestionamos y reclamamos justicia, y la verdad respecto del crimen de Sofía dentro de una comisaría, se pondrían en riesgo todas las gestiones y, en realidad, cuando se reclama justicia nunca se pone en riesgo una gestión, incluso fue Néstor Kirchner quien reclamó frente a las 30.000 personas desaparecidas en dictadura, y eso no lo puso en riesgo a él, o a la misma Cristina Fernández de Kirchner, cuando protestó ante el asesinato de Diana Sacayán. Es necesario insistir, que es sobre nuestras existencias que se aplican regímenes de torturas, tanto por acción u omisión, a pesar de las políticas públicas conquistadas, seguimos viviendo en total precariedad, arrojadas a subsistir de la prostitución, incluso en la vejez. Ante esta sistemática violencia estructural, que determina que tengamos una probabilidad de vida de 40 años, consideramos imprescindible hablar del travesticidio.
(*) Responsable del Programa de Acceso a Derechos Travestis Trans del Centro de Justicia de la Mujer.