Arturo Brooks
El año pasado, durante dos meses, un hombre de 57 años llamado David Bennett vivió con un corazón de cerdo latiendo dentro de su pecho. Los cirujanos de la Universidad de Maryland se lo trasplantaron para comprobar si un corazón porcino modificado genéticamente podía mantener con vida a una persona.
Son muchas más las personas que necesitan un trasplante para vivir que aquellas que pueden conseguirlo. Los órganos producidos mediante ingeniería genética podrían acabar con las listas de espera para trasplantes.
Cada año se realizan unos 130.000 trasplantes de órganos en todo el mundo, pero muchas más personas mueren esperándolo o sin haber tan siquiera entrado en la lista de espera para conseguirlo.
Los órganos animales son una posible solución, pero no es fácil vencer la reacción natural del cuerpo humano contra ellos. Por ejemplo, los azúcares de la superficie del tejido porcino pueden hacer que nuestro sistema inmunitario pase al modo de ataque. Los fármacos pueden ayudar a amortiguar esa respuesta, pero no es suficiente, así que la industria biotecnológica está recurriendo a la edición genética para modificar a los cerdos, eliminando las moléculas de azúcar y añadiendo otros genes para hacer que estos animales parezcan más humanos.
Al editar el ADN de los cerdos de esta forma, varias empresas biotecnológicas han creado animales cuyos órganos son más compatibles con los cuerpos humanos. Aunque Bennett murió y se detectó un virus porcino en el órgano trasplantado, los médicos que lo trataron aseguran que el corazón trasplantado nunca desarrolló los signos clásicos de rechazo al órgano. Ahora, planean realizar nuevos estudios con más pacientes. En el futuro, la ingeniería de órganos podría prescindir por completo de los animales. Los investigadores están empezando a estudiar cómo diseñar tejidos complejos desde cero. Algunos están imprimiendo en 3D un andamiaje con forma de pulmones. Otros están cultivando organoides a partir de células madre para imitar órganos específicos. A largo plazo, los investigadores esperan poder cultivar órganos a medida en fábricas. Tanto si se cultivan en animales como si se construyen en plantas de fabricación, un suministro ilimitado de órganos generalizaría los trasplantes y daría acceso a piezas de recambio a mucha más gente. Hay una carrera frenética detrás de estos avances impulsada por inversionistas que apuestan por las empresas de biotecnología, con las que esperan ganar más, y estar primeros en la lista cuando se consiga prolongar la vida.