Por Luis B. García
¿Todo valor es tiempo de trabajo humano? La colmena está hecha de cera generada por abejas obreras: la sociedad, constituida por la labor de los humanos. La miel es arrebatada a las abejas por los apicultores, la ganancia o plusvalía es robada a los trabajadores que la crean por los explotadores. El trabajador, que todo lo crea, apenas recibe la nada suficiente para sobrevivir y seguir siendo explotado. Todos los días se trabaja; sólo uno se dedica a celebrar a varios obreros que fueron ejecutados por recordar que nada existiría sin el trabajo.
De cada 10 trabajadores, algo más de cuatro operan en un mundo fantasma. En la Argentina hay 19,8 millones de trabajadores ocupados dentro de los cuales el 44% se desempeña en condiciones de precariedad laboral. Pero no hay un sector formal y otro informal: el informal es la cara inconfesable del formal. El trabajador “informal” es el eslabón oculto indispensable de un proceso productivo, tal como talleres de confección a destajo, o comerciantes que revenden los artículos de los importadores de pacotilla.
¿Los informales son vagos? Nadie trabaja más. Los informales fases vitales de la producción o comercialización de las grandes empresas sin ser reconocidos como empleados de éstas, recibir salarios de ellas ni gozar de protección jurídica.
¿Todos seremos informales? Peor aún: seremos “flexibilizados”. Las astutas empresas se libran de toda obligación laboral obligándote a registrarte como supuesta cooperativa a suscribir ficticios contratos de concesión o de servicios. Fedecámaras propone el trabajo a destajo pagado por horas. Las transnacionales consiguen Tratados contra la Doble Tributación y leyes que las exoneran de pagar impuestos. Que paguen los trabajadores, que no necesitan comer. ¿A igual trabajo, igual salario? No para las mujeres, los inmigrantes ilegales, los trabajadores en negro sin derechos laborales. El patrón te paga salarios del Tercer Mundo y cobra por lo que produces precios del Primero
¿No hay futuro? En todo el mundo se retiran o niegan los derechos laborales. En una década, posiblemente más de la mitad de los puestos de trabajo serán ocupados por máquinas; en tres, quizá todos.
¿Sorpresas te da la vida? Los grupos sociales progresivamente excluidos de la protección jurídica terminan siéndolo también de la existencia. Las dirigencias que abandonan a las masas trabajadoras son abandonadas por ellas. En esta guerra avisada podría haber dos muertes, o ninguna. No digan que no se las anuncié.