Hojas Sueltas… Trabajar la memoria

David Bueno

Después de décadas de investigación, los expertos en neuroeducación han llegado a la conclusión de que las artes son grandes aliadas para adquirir y fijar nuevos conocimientos. Más que memorizar y repetir para un examen, es mejor mezclar poesía y matemáticas. ¿Por qué? Porque las artes pueden cambiar el cerebro. En realidad, cualquier actividad, aprendizaje o experiencia nos cambia el cerebro, porque actúa sobre su plasticidad, alterando sus conexiones y facilitando sus aprendizajes. Sin embargo, el arte va más allá porque es una de las pocas actividades que afecta de manera integral al sistema emocional, nos despierta reacciones, aunque sean negativas. El arte es una experiencia que el cerebro integra con mucha eficiencia porque involucra a muchas partes. Otra que participa son los sentidos y cuantos más sentidos participen de una experiencia, más conexiones provocarán y mejor arraigarán sus conocimientos. Las artes tienen como virtud que estimulan muchos sentidos diferentes y, por eso, trabajar cualquier aprendizaje a través de las artes hará que lo asumamos mejor. Trabajar la suma y la resta no despierta, a priori, ninguna emoción y no participa ningún sentido más allá de la vista. Pero si involucramos a la música o la pintura, generaremos conocimientos que quedarán mejor fijados. Cuando éramos chicos nos hacían aprender memorizando cosas que todavía recordamos, pese al paso de los años. Pero, sin lugar a dudas son muchísimo más las cosas que hemos olvidamos para siempre. Hoy sabemos que nuestro cerebro hace muchas cosas sin que seamos conscientes de ello y una de ellas es valorar la importancia de lo que hacemos para decidir si debe fijarlo o no. Claro que podemos aprender de memoria ciertas cosas, pero el cerebro interpreta que sólo lo necesita temporalmente, porque no existe ninguna implicación emocional, y lo olvida para liberar conexiones. Los padres todavía empujamos a nuestros hijos a memorizar conceptos porque es lo más cómodo para nosotros. La memoria es importante, pero no se trata de trabajarla aprendiendo cosas que después olvidaremos, sino generando puntos de referencia que sirvan para incorporar nuevos saberes. Esto se llama aprendizaje competencial y se aplica desde hace décadas con éxito en algunas escuelas. El problema no es que los niños tengan que memorizar demasiadas cosas, sino que los currículos son demasiado densos. Hay demasiadas cosas que hacer y dejan poco tiempo para disfrutar y poder mezclar poesía con matemáticas.