Por David Bueno
Para algunos historiadores, los sumerios fueron la primera gran civilización humana y la base cultural de grandes civilizaciones posteriores. Han llegado hasta nuestros días tablillas de barro sumerias de escritura cuneiforme que nos muestran una imagen de cómo pudo ser entendida la adolescencia, que en el pueblo sumerio estaba íntimamente vinculada a la creación del sistema educativo y éste, a su vez, a la invención de la escritura.
En la actualidad, no nos resultan extrañas opiniones como las siguientes.
“La juventud de hoy […] es maleducada, desprecia la autoridad, no respeta a sus mayores y chismea mientras debería trabajar. […] Contradicen a sus padres, fanfarronean en la sociedad, devoran en la mesa los postres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros”.
“¿Qué está ocurriendo con nuestros jóvenes? Faltan al respeto a sus mayores, desobedecen a sus padres. Desdeñan la ley. Se rebelan en las calles inflamados de ideas descabelladas. Su moral está decayendo. ¿Qué va a ser de ellos?”. “Los jóvenes de hoy no tienen control y están siempre de mal humor. Han perdido el respeto a los mayores, no saben lo que es la educación y carecen de toda moral”.
Aunque parezcan actuales, las citas anteriores provienen de los tres grandes pensadores de la antigua Grecia: Sócrates, Platón y Aristóteles, respectivamente.
Por eso, tal vez convenga recordar que no son diferentes los jóvenes a los adultos. Lo único que cambia es el contexto social, cultural y tecnológico. Pero la necesidad de romper límites siempre ha sido la esencia de la adolescencia. De hecho, esto es lo que nos hace humanos. Romper límites es lo que nos hace creativos.
Existe sí una diferencia transitoria en la adolescencia que suele descolocar a los adultos y son los cambios que se producen en su cerebro, que si bien más fuerte, al mismo tiempo es más vulnerable que en cualquier otra etapa de la vida. La adolescencia es una fase de cambio, de renovación y de crecimiento para el cerebro.
Los adolescentes son rebeldes con causa. Cuando llega la adolescencia el cerebro busca romper límites y cuestionar todo lo que se le ha dicho hasta entonces, lo que hace que los adolescentes se enfrenten a su entorno. No sólo no pueden evitarlo, ¡sino que deben hacerlo!
Para madurar deben cuestionarse su infancia. Para ser creativos, es necesario cuestionarlo todo.