HOJAS SUELTAS… Socios y amigos

Andrés Asiain
Economista

Un reciente decreto del presidente Milei habilita cambios importantes en la administración de la deuda del Estado. Por un lado, permite llenar el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS), “la plata de los jubilados” de títulos públicos hasta un 70% de sus activos (antes sólo se permitía hasta un 50%). Por otra parte, habilita ofrecer títulos en dólares a los tenedores de deuda en pesos. En tercer lugar, permite canjear deuda en “condiciones de mercado”, un eufemismo que habilita canjes de títulos que no mejoren el perfil de vencimientos (plazo, tasa o capital). Ante la falta de confianza de que los tenedores de bonos en pesos acepten renovar sus tenencias, recurre a la “plata de los jubilados”. Si el Anses incrementa sus tenencias de deuda en un 20% de sus activos, podría adquirir títulos públicos que no encuentren compradores privados por unos 9.000 millones de dólares. Una política que alivia a la Secretaría de Finanzas en su tarea de cubrir vencimientos, a costa de ampliar el riesgo de la cartera del FGS. Las otras dos medidas deterioran la sostenibilidad de la deuda de mediano plazo. Por un lado, por convertir deuda en pesos en bonos nominados en una moneda que no emitimos. La deuda en dólares compromete las reservas del Banco Central y tiene un importante riesgo de no acumular los dólares para afrontar los pagos. Esa es la situación que presenta la deuda que vence en 2025, por casi 20.000 millones de dólares. Pero quienes gestionan la economía actual son referentes de la banca extranjera acreedora y los fondos financieros internacionales. Ya en tiempos de Macri colocaron deuda irresponsablemente porque “representaba una muestra de confianza del mundo”. Confianza que se cortó en 2018, teniendo que acudir al FMI para financiar la salida de capitales de los fondos amigos de Caputo. Ahora, los mismos intereses representados por Caputo, impulsan una reestructuración que implica inflar los vencimientos futuros de deuda, a cambio de eludir los próximos pagos. Como señalara Raúl Scalabrini Ortiz: “Endeudar un país en favor de otro, hasta las cercanías de su capacidad productiva, es encadenarlo a la rueda sin fin del interés compuesto. La servidumbre indirecta que el acreedor impone al deudor, es una forma de compulsión para dirigir la corriente de compras y ventas de los países deudores. Es también, un cimiento sólido para intervenir en el manejo de la política interior de cada país”.