Ariel Vercelli
Las tensiones que se producen entre el desarrollo asimétrico de los países y su impacto sobre el ambiente en el que vivimos, y deberán vivir las nuevas generaciones, adquiere cada vez mayor importancia a nivel global. Megaminería, monocultivo, extractivismo de grandes datos personales, cambio climático, escasez de agua, son sólo algunos de los conceptos que ya no nos resultan tan ajenos. ¿Nos habremos acostumbrados?
El lunes 25 de julio el colectivo de comunicación y proyectos sociales, llamado Reporte Brasil, publicó un informe de investigación que reveló que los celulares y computadoras de Apple y Microsoft, o los servidores de las compañías Google/Alphabet y Amazon podrían estar usando para sus componentes electrónicos, oro proveniente de la minería ilegal en tierras indígenas de la Amazonía brasileña. Específicamente, se denunció que, al menos dos de los proveedores más importantes de oro refinado, la italiana Chimet y la brasileña Marsam, tienen su producción de 2020 y 2021 comprometida con la minería clandestina en el territorio de las comunidades kayapó, en el centro y norte de Brasil. En este momento, ambas empresas están bajo investigación de la Policía Federal del país vecino.
El informe de Reporte Brasil muestra cómo las dos empresas refinadoras de oro ilegal constan en las declaraciones que las cuatro mayores empresas tecnológicas de Estados Unidos entregaron a Comisión de Bolsa y Valores estadounidense. Si bien Apple retiró a la brasileña Marsam de su lista de proveedores, la italiana Chimet sigue siendo proveedora del metal para las cuatro tecnológicas denunciadas. Según la agencia Reuters, los informes policiales indican que Kimet habría comprado en metal más de 85 millones de dólares a firmas explotadores y mineros clandestinos de Brasil.
Tras la noticia, los gigantes suizos de la industria del oro anunciaron que suspendían la colecta, importación o el refinamiento del oro proveniente de la Amazonía brasileña. La minería ilegal no es sólo causante de trabajo esclavo, deforestación o crimen organizado y hasta de grupos armados como en la República Democrática del Congo, también implica la contaminación con mercurio de las tierras y cursos fluviales de los kayapó, una región colmada de valles cubiertos de selva que las comunidades recorren para desarrollar su principal actividad que es la agricultura itinerante. La presión de la industria minera los ha impulsado a organizarse y cuentan con un colaborador generoso que ha llevado su mensaje por todo el mundo: el músico británico Sting.