David Bueno
Las personas somos la única especie viva que es realmente capaz de pensar en su futuro, imaginarlo e intentar anticiparse a él. Posiblemente por eso nos ocupa y preocupa entender el pasado. La flecha del tiempo es unidireccional y nunca se detiene. El pasado condiciona el presente, y el presente, ahora, es siempre el inicio de un futuro. Reiniciamos el futuro en cada instante y, por eso, imaginar futuros posibles puede ser tan motivador. Al menos, lo es para las personas que tienen y mantienen la ilusión, sobre todo la ilusión por ilusionarse. Para hacer conciencia inteligente y creadora de este pasado y del futuro, quiero sugerirles esta semana dos libros que hablan de ellos desde la ciencia y la filosofía, dos ámbitos que también se sitúan dentro de la órbita de las artes, siempre que sean creadoras de belleza. Estas dos disciplinas sin duda lo son. En primer lugar, “Un planeta creativo. Cómo empezó la vida en la Tierra y cómo la fabricaremos en el laboratorio”, del bioquímico y biólogo molecular Julián Peretó. El autor nos relata, con un admirable equilibrio entre pasión y academicismo, las principales explicaciones científicas sobre la emergencia natural de la vida en la Tierra y sobre la fabricación artificial de la vida. Expone las ideas actuales y los antecedentes históricos y filosóficos, magistralmente combinados con anécdotas y vivencias en la investigación científica al respecto. El comienzo de la vida sigue siendo un enigma científico en sus detalles, pero la diversidad de datos que Peretó aporta nos permiten intuir cómo fueron esos primeros pasos en el planeta, desde la química inanimada a las primeras comunidades de células primitivas a la infinidad de seres que surgieron después. Para complementarlo y enfatizar su ilusionante tono, les sugiero “Habitar la Tierra”, un ensayo filosófico que incluye las conversaciones que mantuvo el periodista Nicolas Truong con el sociólogo, antropólogo y filósofo francés Bruno Latour. El autor afirma, contra todo pronóstico, y de forma espontánea y brillante, que el fin de la modernidad y la catástrofe ecológica pueden tener más que ver –o deberían tener más que ver– con la esperanza y la vida que con la quiebra y el derrotismo, siempre que nos atrevemos a especular desde la imaginación más radical e imprevista. Tomando prestado las palabras del escritor catalán Josep Torres Tribó, estos dos libros hacen “de la belleza dotación intelectual, emoción, inquietud y conciencia”.










