Hojas Sueltas… Nuestro dolor

Esther Vivas

Una nueva investigación que acaba de publicarse en la BMJ (revista de la Asociación Médica Británica) ha descubierto que no se debe negar a las mujeres los analgésicos opioides después del parto, ya que es poco probable que los medicamentos perjudiquen a los bebés amamantados. Es una noticia bienvenida para las nuevas madres que con demasiada frecuencia se ven obligadas a lidiar con la dolorosa recuperación del parto sin el alivio adecuado. Pero también pone de relieve un problema mucho mayor. Está claro que el dolor durante el embarazo, el parto y el postparto ha sido, y sigue siendo ninguneado. He escuchado innumerables historias de mujeres embarazadas confinadas en casa durante semanas con un dolor debilitante, a las que se les ofrece apenas sesiones de fisioterapia grupales. Existe una actitud generalizada de que el dolor en el embarazo y el parto es “natural” o “normal”. La implicación del estribillo repetido –“sí, eso es muy común en el embarazo”– parece ser que debido a que es frecuente, debería ser aceptable. Se espera incomodidad: su cuerpo está experimentando un cambio extremo, y las personas embarazadas, por supuesto, no son las únicas a las que se les ignora su dolor. La disminución rutinaria del dolor en el embarazo y el parto tiene una larga historia. Durante siglos, la reproducción fue vista como el propósito “divino” y “natural” de la mujer. Como dijo el teólogo Martín Lutero en el siglo XVI: “Si las mujeres se cansan, incluso mueren, no importa. Que mueran en el parto. Para eso están ahí”. En las décadas de 1910 y 1920, el movimiento del parto sin dolor se basó en la noción radical de que las mujeres deberían tener el derecho de dar a luz sin dolor. Pero esto duró relativamente poco, y durante gran parte del siglo XX, el embarazo y el parto siguieron siendo perseguidos por estas asociaciones históricas entre la feminidad y lo “natural”. Si bien todos deben tener el poder de buscar el parto que desean, con o sin alivio del dolor, esta noción de que el embarazo, el parto y el posparto es mejor “natural” se ha filtrado en nuestra cultura. Se espera que amemos estar embarazadas, disfrutemos de su “resplandor” y toleremos su sufrimiento. Esta expectativa nace en la forma en que se habla, se maneja y, en muchos casos, se niega por completo nuestro dolor. Va siendo hora de decir basta.

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