Hojas Sueltas. Mentiras I

Ballpoint pen attached to blank loose-leaf paper placed on wooden table

Por: David Bueno.

Mentir es un hecho muy arraigado a la condición humana. Aunque a los niños se los eduque para decir la verdad, pronto se dan cuenta que los adultos decimos mentiras. Quien más quien menos todos lo hacemos, ya sea por acción o por omisión. A veces, mentimos por simple egoísmo, con la idea de obtener un beneficio, aunque podamos perjudicar otras personas. Otros lo hacemos de manera piadosa, pensando que así las beneficiamos.
Desde el campo de la psicología se dice que las mentiras son un reflejo de inseguridad y desconfianza, del miedo que tenemos de no ser aceptados tal como somos o de pensar que si decimos la verdad podemos salir perjudicados. Desde la neurofisiología, hace más de una década que se sabe que, cuando mentimos, se activan unos circuitos neuronales específicos relacionados con la imaginación, distintos de los que se activan cuando decimos la verdad, que se relacionan con los recuerdos.
Ahora bien, ¿el cerebro se activa de la misma manera cuando mentimos por simple egoísmo que cuando lo hacemos de manera piadosa? Y aún más específico: cuando mentimos de manera piadosa sin esperar ninguna ganancia a cambio, ¿el cerebro se nos activa de la misma manera que cuando esperamos conseguir algo, a pesar también sea una mentira piadosa?
Para analizar si existen diferencias en la actividad cerebral en función de cómo sea la mentira, los investigadores Yo Young Kim y Hackjin Kim, del departamento de psicología de la Universidad de Corea, han llevado a cabo un ingenioso experimento durante el cual han monitorizado la actividad cerebral de una serie de voluntarios.
Según acaban de publicar en la revista The Journal of Neuroscience, Las mentiras piadosas con las que también esperamos obtener algún beneficio activan zonas del cerebro ligeramente diferentes de las mentiras que decimos con una intención cien por ciento altruista. Estas zonas también son diferentes a las que se activan cuando mentimos de manera puramente egoísta. A pesar de que a menudo puede que no nos demos cuenta, el cerebro está valorando constantemente de manera preconsciente los objetivos y las posibles consecuencias de todas las acciones que hacemos a lo largo del día.
En este estudio, los científicos también se valieron de una mentira para fomentar las mentiras entre los voluntarios del experimento para… ¡descubrir la verdad!