Hojas Sueltas. Medias verdades

Andrés Asiain
Economista

El economista ecuatoriano Francisco Zalles visitó la Argentina para convencer al presidente Milei de que si quiere aplicar “la dolarización hoy mismo, podría hacerlo al tipo de cambio oficial sin ningún problema”. Para Zalles, la situación económica de Argentina permite la dolarización, ya que «hay 27.000 millones de dólares en reservas brutas y el stock de billetes en circulación representa menos de 8.000 millones”. Basándose en la experiencia ecuatoriana, el economista sostiene que no es necesario tener cobertura para los depósitos y otros activos de la población ya que su conversión no precisa dólares reales sino que “se realiza como un cambio en la unidad de cuenta, es decir, se hace literalmente de un plumazo”. Es una idea muy arriesgada. En primer lugar, porque de los 27.000 millones de dólares de reservas, unos 12.000 millones corresponden a encajes de los bancos que garantizan los depósitos en dólares que los ahorristas mantienen en ellos y, por ende, no podrían ser utilizados para rescatar el dinero en circulación sin generar un pánico bancario inmediato. Los 15.000 millones restantes están bastante comprometidos por la política externa de Milei, ya que son un monto menor a los 18.000 millones que corresponde al swap de China. Zalles plantea que si China exige su devolución, Argentina debería amenazar con no devolverlo. Una posición insostenible. Pero incluso, si se los usara para rescatar el circulante, las reservas brutas quedarían en 19.000 millones, de los cuáles unos 12.000 millones corresponden a los depósitos bancarios ya mencionados. Hay que tener presente que la dolarización, si logra estabilizar los precios, aumentará la demanda de circulante, hoy reducido a los mínimos operativos para evitar su erosión por las subas de precios. Una estimación de mínima indica que la demanda de circulante podría duplicarse, sumando otros 8.000 millones, con lo que las reservas quedarían por debajo de la cobertura de depósitos. La cuestión clave será la actitud de los ahorristas respecto a sus depósitos. La experiencia ecuatoriana que Zalles cuenta a medias, implicó no sólo una devaluación del 38% al momento de la dolarización (sumada a una devaluación previa del 100%). Sino que fue acompañada de una confiscación de plazos fijos que estaban en un corralito hace un año, a los que sólo se permitió retiros de hasta 4.000 dólares, dando por los montos restantes obligaciones negociables de los bancos a largo plazo (cuya cotización en el mercado implicaba fuertes pérdidas de capital).