Por David Bueno
Los pájaros constituyen una clase de vertebrados bípedos de sangre caliente que proceden directamente de un grupo concreto de dinosaurios, los dinosaurios terápodos con plumas, y aunque no lo parezca sus parientes vivos más cercanos son los cocodrilos. De hecho, los estudios filogenéticos indican que los pájaros son auténticos dinosaurios, los únicos dinosaurios vivientes. Hay en todo el mundo y se han contabilizado unas 10.000 especies. Lo que quizás no es tan conocido es que exhiben comportamientos muy complejos, algunos de los cuales hasta hace poco se creía que eran exclusivos de las personas. Los cuervos, por ejemplo, viven en sociedades en las que se establecen clases sociales, y algunas cacatúas fabrican herramientas muy sencillas para abrir los frutos con los que se alimentan.
Estudiar a los pájaros, cómo viven y se relacionan, nos proporciona muchos datos sobre nosotros mismos. Ésta es la finalidad de dos ensayos que se acaban de publicar y que creo que vale la pena tener en cuenta. No sólo por todos los datos que aportan sobre el mundo de los pájaros, sino muy especialmente porque constituyen un espejo en el que nos podemos ver reflejados. Por un lado, en “Vivir como los pájaros”, la antropóloga y filósofa Vinciane Despret analiza cómo en primavera los pájaros se aíslan, cantan tan fuerte como pueden, no toleran la presencia de otros pájaros, se amenazan, se atacan y, sobre todo, vigilan que nadie cruce la frontera de su territorio. Sin embargo, lejos de la competitividad con que a menudo las personas interpretamos nuestro entorno y estos comportamientos, Despret, una de las voces más singulares del llamado giro animal en las ciencias sociales y la crítica cultural, nos explica que, para los pájaros, el territorio es una zona que sirve para expresar una forma de vivir juntos.
Por otra parte, en “El enigmático talante de los pájaros”, la escritora especializada Jennifer Ackerman analiza un inmenso repertorio de comportamientos de los pájaros que los acerca mucho más al de humanidad. Desde pájaros jóvenes que se abocan a alimentar a sus hermanos a otros tan competitivos que matan a los compañeros de nido; de pájaros que crean preciosas obras de arte a otros que gratuitamente las destruyen, o pájaros que hacen regalos y otros que roban. Ackerman ya lo dice: “Los estudios sobre los pájaros destruyen nuestras creencias sobre la singularidad de nuestra especie.”