Ximena Ramírez (*)
Luego del 10 de diciembre la Cámara de Diputados quedará conformada por un 42% de mujeres y un 58% de varones. Esto evidencia un retroceso de 3 puntos porcentuales en comparación a la conformación del período anterior (2021-2023) donde la representación de mujeres era de un 45%. La Cámara de Senadores quedará conformada, también, por un 42% de mujeres y un 58% de varones. Esto representa una mínima mejoría en tanto que es 1 punto porcentual más alto que la conformación anterior. En Diputados luego de dos elecciones legislativas consecutivas, que mostraron avances en la ocupación de bancas, se había alcanzado el porcentaje más alto de mujeres en la historia de la cámara en el período 2021-2023 (45%). Las elecciones del 2023 le pusieron un techo a ese porcentaje. Para el Senado nacional, pareciera haber un estancamiento que ronda el 42-43% que no logra superarse. La participación equitativa de mujeres y diversidades en los procesos de toma de decisiones es una exigencia básica de justicia y democracia. El aumento de mujeres en los debates legislativos aumenta la diversidad de perspectivas a la hora de planificar y diseñar políticas públicas. Previo a la sanción de la Ley de Cupo de 1991, la cual impuso un mínimo de 30% de mujeres en las listas, las mujeres ocupaban apenas el 4% de las bancas. Gracias a esta ley ese porcentaje ascendió al 36%. Para el año 2017 ese piso del 30% se convirtió en un techo y la cantidad de mujeres en ambas cámaras se estancó. Desde 1991 hasta la actualidad se aprobaron múltiples leyes para combatir las desigualdades y violencias de género. Muchas de estas leyes fueron impulsadas por mujeres que, gracias a alianzas trans partidarias, primero lograron incluir estos temas en los debates, luego generar consensos, para finalmente conseguir mayorías y aprobar las leyes. Aún existe una enorme ausencia de representación de otros colectivos tales como personas travestis y trans, pueblos originarios, personas con discapacidad, entre tantos. En nuestra democracia los espacios de poder político son poco plurales y representativos de la enorme diversidad de la población. Los números paritarios ayudan a promover una mayor pluralidad de voces las cuales fortalecen nuestra democracia. La agenda de las mujeres, es la agenda de la democracia.
(*) Licenciada en Ciencias Políticas. Integrante del Área de Políticas del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA).