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viernes, julio 26, 2024

Hojas sueltas… Ley de Danza

Eugenia Schvartzman (*)

En el complejo contexto político a raíz del proceso electoral, asistimos a una serie de debates sobre el rol del Estado, los derechos sociales -y de todo tipo-, el funcionamiento de las instituciones y en definitiva, sobre cómo deseamos vivir. Es una pregunta que puede leerse en relación a cómo entendemos que se debieran resolver nuestras necesidades básicas y por tanto cuáles son estas necesidades, pero que también se puede profundizar desde el punto de vista filosófico para pensar qué sociedades deseamos construir y con qué parámetros de habitabilidad y sustentabilidad se desarrollarían nuestras vidas. ¿A dónde vamos con esto y qué tiene que ver con la Ley Nacional de Danza? Todo. Desde que el arte se desarrolló como espectáculo, además de ser expresión cultural fundamental e identitaria de los pueblos, también se constituyó como un trabajo. Las expresiones artísticas crean contenido permanentemente en la vida cultural, intelectual, espiritual e histórica de nuestras comunidades y sus trabajadorxs y producen la ya reconocida economía de la cultura.
Desde hace más de 30 años que el sector de la danza viene expresando la necesidad de contar con un organismo destinado a generar políticas culturales que protejan el desarrollo de la actividad para que no sea sólo una lógica de mercados.
En torno de este ideal se fueron generando organizaciones y colectivos del sector como el Movimiento por la Ley Nacional de Danza, que redactó y presentó varias veces en el Congreso de la Nación desde el 2014. En la última presentación de 2022 y en este momento se realiza una labor parlamentaria para unificar los proyectos y avanzar en un dictamen de unidad.
Esta legislación es fruto de la extensa lucha de la comunidad de las danzas todas por impulsar la creación de un Instituto Nacional de Danza, en la órbita del Ministerio de Cultura de la Nación a favor de preservar y promover el desarrollo de la danza en todo el territorio nacional.
La danza, tanto en su manifestación artística como social, forma parte de la cultura y como tal, es parte central de nuestra identidad como sociedad, nos permite asumirnos como Nación y al mismo tiempo nos atraviesa y nos relaciona con la historia, con el presente y con el futuro en un constante dinamismo, componiendo nuestro patrimonio y soberanía en clave pluricultural.

(*) Co-redactora del proyecto de la Ley Nacional de Danza.

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