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Concepción del Uruguay
martes, abril 29, 2025

Hojas Sueltas… Leoncito sagaz

Sergio A. Rossi

Hay que trabajar y tratar de alertar a mucha gente, confundida y agobiada, y no sin motivos, para que vea que se trata de un farsante y un demagogo que si ganase empobrecería más y más a la mayoría y vendería el país al extranjero, como ya hicieron otras veces sus dueños y asesores. Es un cachivache que no emerge desde abajo y como fruto de la decepción y de la angustia, aunque navegue en ellas con éxito. Está puesto desde bien arriba, fabricado por la casta verdadera, la económica. Un producto que se vende, ilusión falsa para tiempos de tormentas. Hay que hablar uno por uno. Mucho TikTok, pero más toc toc casa por casa.
Entre tanto griterío de leones que la van de feroces y sagaces, me vino a la memoria uno de los primeros libros que leí, hace ya casi 60 años: “Pesito, el leoncito comerciante”.
Pesito era un leoncito que se hizo una casita toda pintada de azul, con ventanas amarillas y techo rojo. Tan linda era la casita que Pesito pensó: “La voy a vender y con las moneditas que me den, me compraré un palacio”. Pero nadie tenía moneditas en la selva.
Entonces Pesito cambió la casita por un violín. “Tocaré músicas lindas y me regalarán cosas que cambiaré por un palacio”. Pero tocó tan mal que todos le tiraron zapatos. Entonces cambió el violín por un auto muy viejo. “Le pondré una banderita y será un taxímetro. Llevaré a la escuela a los animalitos, y ganaré muchas moneditas para comprarme un palacio”. Pero Pesito se había olvidado que en la selva no había moneditas.
Cambió el autito por una cocina y puso una confitería. Pero otra vez lo mismo: no había moneditas, y nadie pudo pagarle. Así cambió la cocina por una caja de pintura. Esta vez no iba a olvidar que en la selva no había moneditas… Puso un letrero: “Pinto retrato lindo a cambio de palacio lindo”. Y apareció una señora elefanta y le dijo: “Si me hace un retrato lindo, le daré un palacio lindo”. Pintó a la señora elefanta tan pero tan bien, que ella le dio el palacio.
Era nada menos que la casita pintada de azul, con ventanas amarillas y techo rojo que Pesito cambiara por un violín. Muy contento quedó Pesito. Y con razón, porque es un gran comerciante, ¿verdad?

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