Hojas Sueltas… Latifundios

Pedro Peretti

Diversos dirigentes políticos y agrarios sostienen que el latifundio no existe, que es una cosa del pasado. Repiten argumentos que les proveen economistas y politólogos de derecha, los cuales ignoran los resultados censales, que la Argentina realiza cada 10 años. El último censo (2018) marca una brutal concentración de la propiedad de la tierra: “11.646 explotaciones disponen de 31.658.219 hectáreas”. Los números que provee el censo deberían ser una biblia inapelable sobre el tema, mas no lo son. La derecha se apropió del mito del “chacarero laborioso” y dentro de él escondió al latifundio. Merced al “todos somos el campo”, tremendos terratenientes pasan por abnegados labriegos, a los que el Estado, según ellos, esquilma en forma inclemente. Una noticia reciente pone en zozobra todo el relato negacionista. Es la venta de un latifundio, aunque… nadie dice que es un latifundio. “La familia (Bartolomé) dueña del mayor semillero de soja (Don Mario) pagó una cifra millonaria por la compra de 60.000 hectáreas”. La transacción giro alrededor de los 200 millones de dólares, y se lo compró a la australiana Kahlbetzer. No fue la única transacción en tierras de estas dimensiones en hectáreas. Adecoagro le compró a Pecom Agropecuaria (Pérez Companc) 74.000has. Ahora bien, 60.000has, ¿es un latifundio o no? Los neoliberales niegan la existencia del latifundio porque según ellos: A) La herencia lo divide (con sólo ver las cifras censales se desmiente por sí solo. Pasó de 520has en 2002 a 628 en 2018). B) No hay concentración porque hay miles de explotaciones. ¿Ah sí? La Unidad Económica es una vara de medida muy útil para referenciar el tamaño de las explotaciones rurales. Esta es la unidad de medida por excelencia. En la pampa húmeda, la Unidad Económica ronda las 75 hectáreas. Ésta varía según la zona y los cultivos que se realicen. A partir de 5 unidades económicas se puede considerar latifundio. Una sociedad como la nuestra debe discutir seriamente si una persona por el sólo hecho de tener dinero puede apropiarse de semejante cantidad de territorio del que dependemos todos. Porque de la tierra, es decir del suelo, que no son cosas distintas sino sinónimos, dependemos los 47 millones. De ahí sale el 97% de los alimentos que consumimos, corre el agua que tomamos y se produce el aire que respiramos. Por eso hay que cuidarla y urbanizar en forma urgente este debate, sacarlo del ghetto rural.