Por David Bueno
La ciencia de los materiales es un área multidisciplinar que analiza y estudia las propiedades de los materiales y que genera nuevos para aplicarlos en ingeniería y construcción. En los últimos años, a la lista de disciplinas que contribuyen a la investigación y desarrollo en ciencia de los materiales se ha añadido la biología. Un grupo de investigadores de la Universidad de Columbia y el Instituto de Tecnología de Massachusetts (EE.UU.) trabajan en la generación de ladrillos biológicos con capacidad regenerativa. Estos ladrillos también tienen la posibilidad de transmitirse señales entre sí, que se pueden utilizar en muchas construcciones. La idea de este nuevo material es muy simple y efectiva. Los investigadores buscaron un tipo de hongos se alimentan de celulosa, para poder partir de un material económico. Eligieron hongos del género Ganoderma, que crecen de forma natural sobre la madera y generan unos filamentos (hifas) cilíndricos largos constituidos por una hilera de células encadenadas. Los científicos tomaron pasta de celulosa, la pusieron en unos moldes con forma de un ladrillo y agregaron esporas de Ganoderma. Al germinar, empezaron a hacer hifas que ocuparon todo el volumen del ladrillo, entre las que quedaban atrapados restos de celulosa.
Esto les permitió generar un biomaterial para la construcción, con la consistencia de un ladrillo convencional. Primero los desecaron para detener el crecimiento de las hifas. Con ello comprobaron que mantenían la dureza inicial y que, cuando rehidrataban el ladrillo, las hifas recobraban su actividad biológica. Esto permite que, en caso de que se haga una grieta, los mismos ladrillos, convenientemente rehidratados, pueden sellarla “curándose” a sí mismos. Después construyeron un gran arco con estos ladrillos “vivos” y a los pocos días descubrieron que las hifas habían entrado en los ladrillos vecinos, por lo que se habían unido fuertemente entre ellos sin necesidad de utilizar cemento. Por último, modificaron el ADN de unas bacterias para que produzcan una proteína que emite fluorescencia ante determinados estímulos, y las pusieron en ladrillos diferentes. Colocados en una construcción de forma alterna, cada vez que unos ladrillos recibían el estímulo externo adecuado los otros brillaban. Dicho de otra forma, eran capaces de intercambiarse información sobre el entorno, lo que indica que estos ladrillos autorreparables y autocementables también pueden servir para conocer el estado de la construcción en respuesta a cualquiera estímulo externo, sólo introduciendo la modificación genética adecuada a las bacterias que contienen.