David Bueno
Un cambio de rutinas a menudo incrementa la sensación de libertad. El concepto de libertad ha sido examinado desde la antigüedad en contextos filosóficos, políticos, psicológicos, sociológicos, religiosos y económicos. También la neurociencia se ocupa de este tema, intentando entender, primero, si realmente los mecanismos neuronales que sustentan el funcionamiento del cerebro permiten la existencia de libre albedrío, y segundo, y en caso afirmativo, de cuál modo podemos tomar decisiones razonablemente libres, sin demasiadas interferencias. Y aún queda un tercer aspecto, que es entender por qué la sensación de libertad incrementa el nivel de felicidad de muchas personas, pero no de todas. Hace un par de años, por ejemplo, un grupo de investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles demostró que la sensación de libertad que experimentamos los que nos gustan las motos cuando circulamos por rutas alejadas hace que se incremente la percepción subjetiva de felicidad. Quien firma esta columna también ha escrito un par de ensayos sobre el tema (“El enigma de la libertad”, 2011; y “Rompe la cabeza”, 2019), desde de la perspectiva neurocientífica.
Esta semana quiero mencionar dos libros que abordan la cuestión de la libertad desde de una perspectiva transdisciplinaria que incluye, entre otros aspectos, cuestiones biológicas, aunque sea tangencialmente. “Límites. Ecología y libertad”, de Giorgios Kallis, plantea la paradoja de la coexistencia entre los límites y la libertad. O, más concretamente, de la necesidad que existan límites en economía y en ecología, entendidas como dos formas clave de interacción con el entorno, para garantizar la libertad.
El otro libro es “Estrés y libertad”, de Peter Sloterdijk. Aborda el tema de la libertad desde la perspectiva de una sociedad que, dice, vive estresada, y que hace del estrés el motivo de unidad colectiva. A partir de esta tesis, se pregunta cuál ha ser el papel del individuo como sujeto activo en esta comunidad estresada. El estrés es una reacción biológica del cuerpo y el cerebro ante una situación que se percibe como una amenaza, y tiene el su origen en la interpretación que hacemos del entorno y de las consecuencias que puede tener desajustar el comportamiento propio de lo esperado por este entorno. Por eso, explica este filósofo alemán, todas las opciones políticas que hablan de unidad quieren generar sensaciones de amenaza estresantes. Dos ensayos transversales que nos pueden ayudar a reinterpretar nuestra propia libertad.