David Bueno
El lugar más fértil para desarrollar nuevas visiones humanísticas y científicas que lleven a nuevos avances es el espacio fronterizo entre disciplinas. Es donde los límites de un conocimiento se convierten en las oportunidades de otro, por lo que se alimentan sinergéticamente. Hay muchos proyectos que estimulan esta estrategia. La artista plástica de origen sueco Bess Frimordig trabaja en la profundización de los derechos humanos y la sostenibilidad a través del arte. En 2016 inició un proyecto que se mantiene hasta hoy con gran éxito, donde combina arte y ciencia para desarrollar de forma cooperativa el bienestar emocional. Lo está haciendo en colaboración con la investigadora Melissa Hardwick, que desarrolla programas innovadores en el James Wigg Practice de Londres, un centro de salud pionero en Europa en la aplicación de nuevas estrategias; y con la bióloga Anna Febrero, profesora del Instituto Escuela Municipal de Jardinería de la Universidad de Barcelona e investigadora en el campo de la fisiología vegetal y en nuevas estrategias educativas, junto a uno de sus estudiantes. Lo han llamado “El jardín de los seis sentidos” (Six Senses Garden). Con 10 participantes generaron un jardín sostenible y comestible, haciendo su compuesto a partir de borra de café, hojas de té ya utilizadas y cáscaras de huevo, y utilizando otros materiales de desecho como utensilios de jardinería. Cada sesión se iniciaba regando las plantas y contemplando su crecimiento con todos los sentidos posibles: observándolas directamente y a través del microscopio, oliendo, dibujando, escuchándolas, comiéndolas y utilizando algunas de sus partes para realizar impresiones con colorantes diversos. La idea del proyecto es simple y estimulante: analizar las estrategias que utilizan las plantas para superar las situaciones de estrés biológico, como cuando se toma una hoja para dar una impresión o un fruto para comer, pero hacerlo no sólo desde la ciencia sino también, especialmente, a través del arte, para establecer un paralelismo psicológico con la resiliencia humana. Los procesos fisiológicos son evidentemente diferentes, pero cómo dijo uno de los participantes: “Las plantas son arte. Observarlas en el microscopio permite ver texturas que pueden convertirse en impresiones. Todo lo que queda escondido es hermoso, y se puede observar. El arte y la biología muestran que la naturaleza tiene todas las respuestas.” Un espacio fronterizo para analizar y profundizar en los mecanismos de bienestar humano.