Hojas Sueltas. Gatos y cangrejos

Ballpoint pen attached to blank loose-leaf paper placed on wooden table

Por: Sergio A. Rossi

La decisión política tendría que nutrirse de reflexión, razonamiento, medida, comparación y valoraciones, sin dejarse arrastrar o confundir por pasiones y sentimientos. La naturaleza humana no permite prescindir de sentimientos, pero esos sentimientos deben acompañar y revestir la decisión razonada que se tome, y no negarla, sustituirla, nublarla o torcerla. Imagino una jauría de invitados al almuerzo más famoso de televisión. En la teatralización propagandista ese periodismo se exhibe como gente superior, objetiva y racional, pero promueve linchamientos por TV, segrega odio e intolerancia, construye climas de insatisfacción y de angustia; define, señala y estigmatiza enemigos. No juzga ni acusa; ataca, grita y condena. Es una nueva iglesia construyendo otro tiempo de excomunión y combate a la herejía. Pregoneros de una renovada Inquisición que alimenta las hogueras. Lo deseable sería que cada uno pensara por sí y no por lo que le quieren inducir a pensar. Que esté dispuesto a recibir críticas y tener que buscar, exhibir y sostener argumentos sobre lo que dice. Pero mucha gente habla porque tiene boca y repite sin darse cuenta. Hay otra forma de crítica perniciosa, que se sostiene a sí misma ante refutaciones inapelables, y que apela a un último fundamento: la intención oculta. No importa que el Gobierno no lo dijera, no importa que no hubiera evidencia visible para sostener la crítica, “se sabe que es la intención oculta del Gobierno”. La reelección monárquica de Cristina o el asesinato de Nisman fueron creaciones míticas, de leyenda, forjadas para demostrar una conclusión ya profesada desde el principio. Si se despliega una política anti-devaluatoria, es para hacer negocio, aunque nada lo evidencie y el negocio lo hagan, a poco de andar, los devaluadores, que son los mismos denunciadores. ¿Cómo discutir contra semejante sagacidad que adivina las intenciones del enemigo, las tenga o no las tenga por dentro? Hablando de otra cosa Unamuno señalaba lo que sigue. “El hombre, dicen, es un animal racional. No sé por qué no se haya dicho que es un animal afectivo o sentimental. Y acaso lo que de los demás animales le diferencia sea más el sentimiento que no la razón. Más veces he visto razonar a un gato que no reír o llorar. Acaso llore o ría por dentro, pero por dentro acaso también el cangrejo resuelva ecuaciones de segundo grado”.