Por Claudia Uribe (*)
No cabe duda que sin docentes idóneos no hay proceso educativo posible. La sociedad le ha confiado a esta profesión y al sistema educativo, ni más ni menos, la enorme tarea de formar a las generaciones más jóvenes para que adquieran las habilidades, valores y conocimientos necesarios para desarrollar su potencial y para navegar, hacer sentido y aportar en un mundo cada vez más complejo y desafiante. Ante la trascendental relevancia de esta labor, preocupa que exista escasez de docentes en todo el mundo. Según las últimas estimaciones del Instituto de Estadísticas de la Unesco, faltan 44 millones de docentes a nivel global, 3,2 millones de ellos en América Latina y el Caribe. Varios factores explican el fenómeno. Por un lado, es cada vez más difícil a atraer a jóvenes a la profesión, lo que se refleja en el decrecimiento en el número de estudiantes que elige la docencia. Entre 2015 y 2019 el crecimiento del número de docentes fue de apenas un 2,7%, contrastando con el 6.3% que caracterizó el período 2010-2015. Además, ha crecido el número de docentes que abandonan la profesión, ya sea por jubilación o insatisfacción laboral. Pero no todos los niveles y contextos sociales experimentan la escasez docente por igual. Esta se presenta en mayor medida en disciplinas como Matemáticas y Ciencias y también en centros educativos que atienden a una alta proporción de estudiantes vulnerables. Otros factores que se relacionan con el desinterés por la profesión tienen que ver con la baja valoración social que sufre la docencia, su complejidad y las malas condiciones laborales. Para atraer a más jóvenes a la docencia, es esencial que los sistemas educativos tomen las medidas necesarias para desarrollar sistemas de ingreso selectivos pero flexibles y que se diversifiquen el acceso a la profesión. A su vez, es importante fortalecer los programas de formación docente, asegurando calidad y pertinencia y mantener un fuerte vínculo con los centros escolares desde el primer año de formación. Esta socialización temprana con el entorno escolar podría evitar futuras deserciones, especialmente frecuentes entre los docentes novatos. La escasez de docentes representa una amenaza para satisfacer el derecho de todo niño y niña a una educación equitativa y de calidad. Es imperativo reconocer el problema y abordarlo. No hay tiempo que perder.
(*) Directora de la Oficina Regional de Educación para América Latina de la Unesco.