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Concepción del Uruguay
sábado, diciembre 14, 2024

Hojas Sueltas… Comida de verano

Esther Vivas

Helado, sandía y melón. He aquí algunos de los clásicos del verano. Sin embargo, no todo es tan dulce ni tan local como parece. ¿Qué hay detrás de aquello que comemos? ¿Cómo se ha elaborado? ¿Qué ingredientes lo componen? Tras estas preguntas está la clave de lo que realmente consumimos. Tal vez el helado sea el clásico entre los clásicos del verano. Un dulce tan azucarado como poco saludable, en particular el industrial, con mucho colorante, conservante, azúcar, grasas saturadas, aditivos alimentarios e incluso algunos con aceite de palma. Un dulce que puede resultar amargo para nuestra salud. La Argentina es uno de los mayores consumidores de helado en América Latina, solo por detrás de países como Brasil y México. Sin embargo, el helado también puede ser artesanal, con menos grasas saturadas, y con el consiguiente beneficio para la economía local. En cuanto a la sandía y el melón son otros de los imprescindibles veraniegos. Su lado más oscuro son las condiciones de trabajo precarias de los jornaleros que se emplean en la cosecha, muchos trabajadores golondrinas, con salarios extremadamente bajos y alojamientos insalubres. La alternativa, la encontramos en esas sandías y melones que producen los productores de la provincia, y si son de origen ecológico mejor. El verano no debería ser incompatible con comer alimentos locales, cosechados o elaborados por productores de nuestra zona, saludables y con trazabilidad ecológica. Antes de comprar lo que llevaremos a la mesa deberíamos preguntarnos de dónde procede lo que comemos, en qué condiciones se ha elaborado. Deberíamos poder conocer qué precio recibe el productor en origen. Comer es un derecho básico pero este derecho ha sido comercializado, convirtiéndose en el negocio de unas pocas multinacionales de la industria agrícola. Según la Organización para la Agricultura y la Alimentación de la FAO, las tendencias mundiales en materia de malnutrición son muy preocupantes, incluido un rápido aumento del sobrepeso y la obesidad. La FAO ha publicado que, en este escenario, lo que hace la industria es ofrecer a precios relativamente bajos, alimentos muy elaborados e hipercalóricos, con alto contenido de grasas saturadas, azúcares y sal. Son productos más baratos y fáciles de conseguir que las frutas y verduras frescas. Comer esos alimentos puede significar que se cubren sus necesidades diarias de calorías, pero le faltan nutrientes esenciales para mantener un cuerpo sano y en buen funcionamiento.

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