Hojas Sueltas. Cerebros III

Por: David Bueno.

El primer síntoma de que el embrión se prepara para formar el cerebro lo vemos, curiosamente, en su “piel” –un tejido embrionario que se denomina ectodermo–, unos 18 días después de la fecundación, aunque tardará varios meses en convertirse en un cerebro funcional. Un grupito de células que hasta ese momento recubrían el embrión empieza a cambiar de forma y se pliegan formando un surco, que se irá cerrando hasta formar el denominado tubo neural, que recorre el embrión a todo lo largo. Poco después, la parte anterior de este tubo, que se sitúa en lo que terminará siendo la cabeza, se empieza a ensanchar. Este ensanchamiento se irá rellenado de capas de células, y constituirá el cerebro. El resto mantendrá la forma cilíndrica y terminará formando la medula espinal. Poco a poco, muchas de estas células se van convirtiendo en neuronas, y a partir de ese momento empiezan a establecer conexiones entre ellas. Algunas neuronas se conectan con “solo” una docena o unas pocas docenas de otras neuronas, pero algunas llegan a conectarse hasta con otras 10.000. Lo hacen espoleadas por sus programas génicos, que les indican cuándo deben buscar a quien conectarse y qué dirección aproximada deben tener sus conexiones. Pero no les indican con qué otras neuronas concretas van a terminar conectadas, ni si sus conexiones van a ser muy numerosas o no. Esto depende en gran medida de la interacción con el ambiente, es decir, de los estímulos que reciba el cerebro en construcción. La primera actividad neural se produce durante la semana 25 de gestación, y ya no se va a detener jamás. En todo este período, y hasta el nacimiento, el estilo de vida de la madre, e incluso la atención y las muestras de afecto que le dedique su pareja, contribuirán a la formación del cerebro de su hijo. Se ha demostrado que las madres que practican deporte moderado durante el embarazo, sus hijos tienden a hacer más deporte en la adolescencia, por la forma como la actividad materna influye en la construcción del cerebro fetal. Por la contra, madres fumadoras durante el embarazo incrementan hasta el 78% las probabilidades de que su hijo sufra un trastorno mental, puesto que las sustancias tóxicas del tabaco dificultan el crecimiento del cerebro. También se ha demostrado que las muestras de afecto hacia las personas gestantes producen una liberación incrementada de la hormona oxitocina que facilita la formación de conexiones neurales en el cerebro fetal en las zonas encargadas de gestionar las emociones, lo que redundará en beneficio de sus hijos e hijas.