Por David Bueno
Los humanos tenemos un límite de tolerancia a la temperatura por encima del cual nuestro organismo sufre grandes consecuencias, incluso la muerte. Pero lo que hace que un lugar resulte inhóspito no es sólo una temperatura específica, ni siquiera la humedad explica completamente los límites del cuerpo humano en las condiciones de calor extremo. Como mamíferos de sangre caliente, los seres humanos tenemos una temperatura corporal constante, alrededor de los 36°C. Nuestros cuerpos están diseñados para funcionar a esa temperatura, por lo que existe un equilibrio constante entre la pérdida y la ganancia del calor.
Los problemas empiezan cuando nuestros cuerpos no pueden deshacerse del calor lo suficientemente rápido. Cuando nuestra temperatura basal se eleva demasiado, todo, desde los órganos hasta las enzimas, puede dejar de funcionar. El calor extremo puede provocar graves problemas renales y cardíacos, e incluso daño cerebral.
Nuestro cuerpo trabaja para mantener su temperatura basal en los ambientes cálidos usando una herramienta poderosa: el sudor. El sudor que producimos se evapora en el aire, saca el calor de nuestra piel y nos enfría. Pero la humedad paraliza este método de enfriamiento: si ya existe mucho vapor de agua en el aire, entonces el sudor no puede evaporarse tan rápido y la sudoración no nos enfriará tanto.
El índice de calor es una estimación que tiene en cuenta tanto el calor como la humedad para representar la conocida sensación térmica. Pero otro indicador importante es la “temperatura de bulbo húmedo”, literalmente lo que mide un termómetro si se envuelve con un paño húmedo. (La temperatura del pronóstico meteorológico es técnicamente la temperatura de bulbo seco, ya que se mide con un termómetro seco). La temperatura de bulbo húmedo puede estimar cuál sería la temperatura de nuestra piel si sudáramos constantemente, por lo que se usa para calcular cómo se sentirían las personas con el calor extremo. Una temperatura de bulbo húmedo de 35°C es el límite absoluto de la tolerancia humana.
Algunos modelos climáticos predicen que a mediados del siglo XXI empezaremos a alcanzar temperaturas superiores a los 35°C de bulbo húmedo. Y un estudio de 2020 demostró que algunos lugares subtropicales ya registran tales condiciones. Los niños y las personas mayores generalmente no pueden regular su temperatura tan bien como los adultos jóvenes, y las personas que toman ciertos medicamentos tienen una reducida capacidad para sudar. Ellos seguirán siendo las primeras víctimas.