Luis Britto
Nadie sabe de dónde salió el enemigo número 1 de los trabajadores, que consiguió el voto de éstos para sostener después que no deben ganar lo suficiente para comer. No sabe nadie cómo sigue hablando el 1, el 2, el 3… Acaso nadie quiere saberlo. La negativa a distinguir lo verdadero de lo falso es lo único cierto dentro de nosotros. Los Metaversos crean Metaversos y los Avatares, Avatares de Avatares. De ninguna cosa sabemos cuál es el original o la reinvención de la reinvención. Desconocemos si el Metaverso es espejo que refleja este mundo de manera deforme o viceversa. Las barreras se han disuelto hace tiempo o nunca existieron. Todos los recursos del Mundo Real son saqueados para construir el Metaverso el cual va vaciando de sustancia la realidad como el parásito que devora un cuerpo agonizante. Del Metaverso se puede pasar a otro Metaverso y de éste a otros Metaversos e incluso al Mundo Real o al Metaverso que lo simula perfectamente. A veces no se quiere regresar a este último, a veces no se lo puede encontrar, a veces no hay forma de distinguir el Mundo Real de su copia. Podemos en el Metaverso encontrarnos con los Avatares que han creado otros, pero asimismo reunirnos con los creados por nosotros mismos. Como todo lo demás, es cuestión de dinero. El billonario puede facturar un billón de Avatares de sí mismo que aplaudan sus discursos, ganen sus elecciones, nieguen los derechos de los trabajadores. Por fin pueden los oligarcas lograr que la mayoría comparta sus opiniones. Una cierta monotonía se va apoderando del ambiente a medida que avanza el proyecto del Amo del Mundo de que todos los habitantes del planeta sean copias de él mismo. Surgido del dinero, el Metaverso lo encarna y lo expresa. No son los mismos los ámbitos, los espacios, las vestiduras, las joyas que pueden comprar en él los billonarios que los costeables por trabajadores que en el Mundo Real no ganan suficiente para comer. Si no hay real, no hay Metaverso. Para el pobre sólo hay lugar en él como traidor, bufón o esclavo. Lentamente todos los magnates se van mudando para el mundo virtual cuya principal virtud es ser diferente de aquél que destruyeron. El Avatar es lo que quisimos ser y nunca pudimos. Las historias de encuentro con el doble siempre son fatales.