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Concepción del Uruguay
domingo, septiembre 22, 2024

Hojas sueltas… Agro y alimentos

Por Pedro Peretti

La Argentina es un país agropecuario, sin debate agropecuario, que sin embargo es preciso dar y urbanizar. Se debe pensar y discutir sobre este asunto en las ciudades (no sólo en la Mesa de Enlace), porque del sector agropecuario sale el 97% de los alimentos que consumimos los argentinos. Del campo brota y corre el agua que bebemos y sale también el aire que respiramos. Por lo tanto, es un debate que nos incluye a todos. Al mismo tiempo hay que tratar de que haya otra mirada de la historia, de los hechos históricos del sector agropecuario monopolizados por la versión de la oligarquía. Es fundamental que toda la sociedad urbana tenga noción de qué se produce, dónde se produce y cómo se construye el precio de los alimentos, porque eso está directamente vinculado con nuestra calidad de vida, con el poder de compra de salario y con la posibilidad de mejorar la calidad de vida de nuestro pueblo. Es un debate del que la gente no debería permanecer ajena, ni los sindicatos y, por supuesto, tampoco nuestros dirigentes políticos, para no dejarse sorprender después con lo que pasa con el precio de los alimentos. Es un tema crucial, aunque no exclusivo de la Argentina.El propio Lula acaba de decir que su prioridad será garantizar un plato de comida para cada uno de los brasileños, porque en Brasil 33 millones de personas pasan hambre. Para eso se dispone proteger el valor de la comida y fomentar la agricultura familiar que, según explicó, es la que produce el70% de la comida de los brasileños. Brasil tiene un debate agrario mucho más abierto y profundo que en la Argentina. Tenemos nosotros también poder pensar sobre estos temas, hoy circunscripto sólo al círculo rojo de los “dueños del campo”.
Debemos formular propuestas agropecuarias que mejoren la calidad de vida de nuestra gente. Y lo debemos hacer porque las políticas neoliberales arruinan en muy poco tiempo la vida de las personas, especialmente la de los más vulnerables. Lula había logrado sacar a Brasil del “mapa del hambre” que elabora la FAO. Puso un programa exitoso llamado Hambre Cero, que posibilitó que José Graciano, terminara siendo presidente de la FAO. Pero entre los dos años de Temer y los cuatro de Bolsonaro retrotrajeron la situación social al año 2003, a antes de que asumiera Lula por primera vez.

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