Ariel Vercelli
El enorme éxito de los gigantes de Web2 desplazó el centro de las aspiraciones comerciales estadounidenses de Wall Street a Silicon Valley. En el apogeo de Web1, Microsoft era la única empresa de software entre las 10 empresas mundiales más grandes, y los grandes bancos de inversión eran los reyes que sacaron a bolsa a las nuevas empresas tecnológicas. Dos décadas después, las cinco primeras eran todas empresas de tecnología. Aunque algunos lamentaron el declive, nadie se sintió demasiado mal por la pérdida de estatus de las instituciones financieras. Los banqueros siempre tuvieron una reputación algo oscura como estafadores, pero los tecnólogos los reformularon como parásitos indolentes que no hacían nada y se aprovechaban de las invenciones de otros. Los empresarios web, por otro lado, eran constructores, creando herramientas para el trabajo y el ocio y formas completamente nuevas de vivir en línea. Pero los magnates de las redes sociales generaron riqueza y poder, tal como lo hicieron los banqueros. La única diferencia era que afirmaban que estaban cambiando el mundo… para mejor. Esa fachada finalmente se está desmoronando. Web3, la naciente tercera edad de Internet, representa un alejamiento del “idealismo bueno” y un regreso a la codicia descarada de Wall Street. Claro, algunos indicios de la antigua web orientada a la expresión de contenido se han mantenido; algunos creadores de NFT han encontrado una manera de ganar mucho dinero con su arte. Pero, en general, los fundadores de tecnología que están construyendo plataformas y herramientas criptográficas, como los usuarios que compran y comercializan activos de blockchain, están tratando de producir riqueza a través de la rápida apreciación del valor especulativo. No hay casi nada que exista hoy en día que no tenga también un lado oscuro digital: cada tweet y mensaje de texto que enviás, y cada fotografía y correo electrónico. Pero también: todas las transacciones bancarias que realizás, cada compra online, cada búsqueda en Google…! Incluso las cosas que no son tuyas, ni de nadie, pueden capturarse como garantía conceptual gracias a la digitalización. Todo lo que poseemos o hacemos es digital o puede ser representado digitalmente. El punto final natural de las cadenas de bloques y las NFT, la promesa dorada de Web3, es que todos los aspectos de la vida humana, registrados por las computadoras, estarán garantizados. Sólo podemos pensar en lo emocionados o aterrorizados que no sentiremos entonces.